Mi Bélice infinito, pequeño país de mis días.

Mi Bélice, así te digo, aunque no lo sepas. Porque Belice es fuerte, imponente y majestuoso a pesar de estar roto por seguir llevando los rezagos de una guerra interna. Porque Bélice está en el centro de América, como lo estás tú en mi cabeza. Tú, invadiendo ambos hemisferios por si la pena da tregua, menguando mis noches fébriles y de alcornoques imaginarios. Tú, mi Bélice.

Pequeño país de Bélice, quisiera verte sin fronteras recibiendo a mis venezolanos que te piden paz, pues solo en tus tierras quieren estar. Quisiera que solo delimitaras mediante un tratado lo que no quieres y “a quién quieres”. ¿Será que tal vez quieres que sea parte de ti? Menciónalo por escrito, con letra legible y en tinta líquida, como se hacen los buenos documentos que han de durar y ser respetados por muchos años, por muchos.

Mi Bélice, eres el único país en el que quiero perderme sin “come back”, sin ver atrás. Quiero hundirme en tu noche eterna y brindarte incendios de nieve creados por nuestras esencias. Quiero ser tu capital.

Mi Bélice eterno, siento tanto por ti, aunque no te lo demuestre. Estoy creándote un himno nacional, «el himno de mi vida» se ha de titular.