Hoy os cuento algo personal, un concepto de vida mío propio forjado a través de mis pocos años de vida y mis múltiples experiencias de niñata indomable. Sí, tengo 31 años, pero espero vivir muchos más o, al menos creo, que con todo lo que hay que vivir en la vida, he vivido demasiado poco para venir a sentar cátedra a estas alturas de mi vida. Pero quiero hablar de ello, porque… ¿quién sabe? Igual lo releo cuando tenga 62 años y tengo que darme mucha razón por haber olvidado algo que es tan importante para mí ahora… o no, me corrijo a mí misma y me llamo niñata. Igual que llamo niñata a esa yo de hace 16 años que escribía en diarios sobre besos que no ha tenido y saltos en la comba (sigo escribiendo en diario, pero ya, con el excaso tiempo que poseo, cuando la necesidad aprecia).
Este fin de semana habrían sido unos días en los que no habría parado de escribir en el diario, pero… ¿para qué? Bueno, que me enrollo, ¡vamos al meollo!
Soy muy Carpe Diem, pero cuando hablo con alguien sobre conceptos de seguridad en niños, como la silla acm, la gente se sorprende con mis argumentos por lo tétricos que le parece. Pero creo que así es la vida…
Mi Carpe Diem no se basa en una vida feliz, llena y plena, se basa en una muerte inminente. Lo único inevitable de la vida es su nacimiento y su muerte, si ya estás inmerso en la vida, ya has nacido, por lo que la muerte es lo único inevitable en toda tu vida. ¿Por qué rehuirla? (No, no estoy incitando al suicidio colectivo, pero intento relativizar un concepto).
En mi vida, cuando he pensado que podría morir en los próximos 5 minutos todos los problemas se convertían en muy relativos. Conseguía tener un orden prioritario de mis problemas mucho más eficiente. Lo importante era importante de verdad y las cosas que parecían importantes y no lo eran, pasaban al siguiente nivel de preguntas y cuestiones para solucionar problemas.
El orden de preguntas sigue algo así:
Pregunta: ¿Tienes un problema?
Respuestas: “Sí” o “No”
Pregunta: En caso de ser “sí”, ¿qué problema tienes?
Respuesta: X
Pregunta: ¿Lo puedes solucionar?
Respuesta: “Sí” o “No”
Si la respuesta era no, pasaba a otra cosa (mariposa). Si la respuesta era sí, empezaba a cuestionarme cuál era la solución más eficaz.
Lógicamente antes hemos debido establecer el orden prioritario de los problemas. Solucionar un problema menor no alivia de carga los problemas grandes. No es lo mismo que el problema sea que no tienes para darle de comer a tu hijo que el hecho de que no te hayas llevado una bufanda en un día de primavera u otoño cuando ibas a comprar comida para tu hijo que tiene hambre. Volver a por la bufanda no le da de comer a tu hijo.
La muerte está presente en mis pensamientos en la mayor parte de su tiempo. Incluso cuando Bebé Fúturo está a punto de poder tener un accidente, mi cerebro automáticamente relativiza. ¿Puede morirse? Si la respuesta es no, le deja experimentar y si se cae y se hace pupa, voy, le levanto con cariño, le doy un beso enorme, si no consigo calmarle, le enchufo al pecho y ya está. Merece vivir la plenitud de su vida con todas las cosas malas para que valore correctamente las cosas buenas, eso me ha enseñado mi vida. A valorar las cosas buenas… y no se valoran hasta que ocurren las cosas malas. (Otra cosa es que juegue con enchufes, eso ni en broma).
Puede sonar cruel, pero la vida es cruel. Son cosas que no nos podemos olvidar. Si vives obligando a alguien a vivir sólo las cosas buenas le estás amputando de una parte importante de su existencia. Podéis echaros encima de mí, pero es algo que creo firmemente. Para ser feliz, hay que experimentar la desgracia. Mi vida me lo ha enseñado así, por eso digo “Mi” Carpe Diem.