Revista Arquitectura

Mi casa

Por Arquitectamos

Esta entrada surge de una imagen que he visto en Facebook:

Mi casa

No voy a hablar del contenido del mensaje (que en mi caso es cierto desde que era joven), sino del icono de "mi casa". El cartel no pretende ser realista. (No vemos películas en casa con un proyector de cine. Eso es obvio). Utiliza símbolos.

(Sin embargo para el "no salir de casa" pone la silla BKF, un magnífico ejemplo del diseño moderno).

También vemos que para el "volver a casa" aparece una puerta pintada en rojo inglés y muy engalanada, como de Navidad.

Pero lo que más me llama la atención, con enorme diferencia, es el dibujo de "mi casa". ¿Alguien vive en una casa como esa? ¿Cuántos de vosotros vivís en una parecida? Yo diría que prácticamente nadie. Y, sin embargo, tenemos ese diseño (o similar) grabado a fuego como nuestra casa ideal.

Mi casa

Ese diseño es inconseguible, y sin embargo mis clientes se han acercado a él algunas veces. El resultado es siempre de un kitsch insoportable, las soluciones constructivas son siempre alambicadas e ineficientes y también la comodidad de uso se resiente mucho. Pero mucha gente quiere eso. (Yo creo que de alguna forma todos lo tenemos grabado en nuestro ADN).

Mi casa

Ahí es. Esa bolita roja

Los arquitectos tenemos que hacernos a la idea de una vez: La casi totalidad de las veces el diseño y la construcción de una casa no tienen nada que ver con la arquitectura. La arquitectura tal como la concebimos los arquitectos es un fenómeno muy raro, muy abstracto, muy ajeno al común de los mortales. Por eso es tan escaso y tan frágil. Es escaso porque no lo quiere casi nadie, y es frágil porque las pocas veces que se consigue está siempre en peligro de mal uso, reformas inadecuadas o salvajes y demolición. La sociedad no consiente esa excepción que es la arquitectura, y tiende a que no se produzca, o a que, las pocas veces que se produce pese a todas las vigilancias, sea destruida.

Mi casa

La excepción es convenientemente corregida

Para la sociedad una casa es esa del cartel del principio, y cada uno de sus miembros tenderá a ella, aunque viva en un piso, aunque lo que sea. Le pondrá cortinas, chimenea falsa, vigas postizas de madera... para que, contra toda lógica, le recuerde a aquella casa soñada.

Eso es el kitsch. La gente no es tonta. La gente ya sabe que es mentira, pero quiere creérsela. Quiere vivir en la ensoñación. El dueño de la casa de aquí arriba ya sabía que la casa de su padre era verdad, respondía a la lógica y al espíritu de su tiempo, era intencionada, pero la tiró porque quería engañarse con un falso palacete neoclásico en el que ni siquiera las ventanas guardan las mismas distancias entre sí. (Lo mínimo, lo único, que puede pedirle uno a un palacete neoclásico es que las ventanas guarden las mismas distancias entre sí). Claro que sabe que no estamos en tiempos neoclásicos, y que esa construcción no resuelve las necesidades culturales, funcionales, económicas, lumínicas, climáticas, etc. Pero conforta las ensoñaciones del dueño, su romanticismo, sus ganas de autoengañarse conscientemente.

Un caso en esa misma línea lo publicó mi amigo Carlos Bento Company el otro día en Facebook. Se trata del Hotel Val de Bièvre, en Jouy-en-Josas, Francia, de los arquitectos Pierre-Paul Heckly y Guy Prache. Puso estas dos fotos: Arriba su estado original y debajo la reforma y ampliación que ha "sufrido".
Mi casa

Puse estas fotos en Twitter sabiendo que a la inmensa mayoría de los arquitectos y de los interesados y aficionados a la arquitectura les iba a indignar esa transformación, y a la inmensa mayoría de la gente no vinculada con la arquitectura les iba a gustar ahora más que antes.

¿Es un asunto arquitectónico? En absoluto. En esa ampliación y reforma nadie se ha planteado la arquitectura. El problema no se plantea en términos arquitectónicos y juzgarlo desde ellos es sufrir en vano, desesperarse y ponerse nervioso para nada.

El edificio inicial no es una obra maestra de la arquitectura, pero sí un digno ejemplo de un cierto estilo y de una forma de entender la arquitectura. Sí se planteaba en términos arquitectónicos y daba una respuesta muy coherente con su tiempo y muy madura. Aparte de que el alarde estructural era muy atractivo: Los dos núcleos de comunicaciones actuaban como dos grandes pilas, y todo el resto funcionaba en voladizo.

Era una obra brutalista (El brutalisme viene del beton brut = hormigón desnudo u hormigón en bruto, y no tiene necesariamente que ver con la brutalidad; los que sí han sido brutos han sido más bien los de la reforma final), que resolvía muy en la línea de su tiempo unos paños lisos, tersos, muy luminosos, con amplios paños de vidrio que así aligeraban el peso de las fachadas, que cargaban en los bordes de las losas voladas. Como correspondía al estilo, no había adornos, y las únicas gracias "estéticas" eran el alarde estructural y el infalible ritmo exacto de las ventanas. Nada más. (Aparte, naturalmente, del cuidado en la tersura del hormigón, en su color homogéneo gris, en sus juntas, en su textura y en su rotundidad).

La reforma, aunque tenga obvias implicaciones arquitectónicas, no se plantea de forma arquitectónica. No es una cuestión de arquitectura. Es otra cosa; se trata de negocio y de éxito empresarial. En este caso, como en tantos otros, la arquitectura estorba.

Lo primero, y obvio, es que los propietarios del hotel necesitaban más metros cuadrados. Unas plantas baja y primera con salones para bodas y eventos, gimnasio, cafetería, restaurante y cosas así dan mucho dinero y el hotel es un negocio. Si los dueños habían obtenido más edificabilidad en un cambio de ordenación, o bien no agotaron en su día la que tenían disponible, han hecho muy bien ahora en agotarla. Son hoteleros, no mecenas de arquitectos ni profesores de proyectos arquitectónicos. Su negocio es el que es.

Ahora bien: Ya puestos a ampliar el edificio, ¿por qué no siguieron el estilo y el espíritu que tenía? ¿Por qué no buscaron un estudio de arquitectura que se tomara en serio el edificio original y que a partir de él creara algo convincente? Pues porque no interesa. Porque aprovechando que iban a hacer una reforma necesaria se cargaron la horrible arquitectura.

Y no digo ya que se cargaran ese aspecto arquitectónico horrible que tenía el edificio original, sino que se cargaron el horrible concepto de arquitectura. ¿Quién quiere arquitectura? Quieren un hotel, y lo que funciona es un Marina d'Or, no un manifiesto ni un tratado.

(Un cliente mío a quien le hice varios proyectos veraneaba todos los años en Marina d'Or y me decía que era lo más bonito que había en España. Siempre me traía fotos de lo que más le había gustado).

En última instancia lo que quieren los propietarios es que el hotel guste a la gente. Quieren tener muchas bodas, y las habitaciones siempre llenas, y para eso está mucho mejor el nuevo. Las familias irán con los niños, las parejas tendrán unos días románticos, todo el mundo se divertirá y será feliz.

Sé que este blog tiene (como es lógico) una mayoría de lectores arquitectos, estudiantes de arquitectura e interesados en la arquitectura, que diréis que qué barbaridad se cometió, pero tengo amigos a quienes esto no les interesa demasiado, y que dirán que es mucho más bonito el hotel final que el inicial. (Haced la prueba y enseñad las dos fotos a vuestros conocidos. Y preguntadles en cuál de los dos hoteles pasarían unos días de vacaciones, o se casarían). En casos así yo les digo a mis amigos que la arquitectura no ha de ser "bonita", que ha de ser "buena", y que la "bonitez" es una rémora. Me miran como el idiota que soy.

Tu casa, tu hogar, el hotel de tu boda o la piscina de tus vacaciones solo tendrán un componente arquitectónico si eres arquitecto y es eso lo que buscas. Pero la mayoría de la gente es normal y sana.


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