Como ya os conté el otro día en el post de Mi Casa Decorada con Juguetes: el Recibidor, es ésta que reza el título una corriente que afecta a todas las estancias del hogar, aunque he de advertir que no a todas del mismo modo.
Antes de que el peque empezara a gatear, la única incorporación de puericultura que tenía mi salón y que podía desentonar, aunque se acopló perfectamente a su espacio (todo hay que decirlo) fue el parque de mi hijo. A partir de su desaparición, o quizá algo antes, cuando el niño empezó a soltarse a andar, comenzó el vendaval que fue convirtiendo y transformando mi salón sin que a penas nos diéramos cuenta.
Lo primero en desaparecer fueron las revistas y cestos de la balda bajo la mesa de centro. Las publicaciones sobre bebés fueron dentro de un mueble auxiliar y las de decoración al rincón más alejado de una mesa de esquina entre los dos sofás y la pared. En su lugar ahora mismo hay puzzles de madera, una pizarra mágica y unos cuadernos de colorear. En cuanto a los cestos, su contenido (mandos a distancia, notas, bolígrafos, cargadores, etc.) fueron a parar a cajas con tapa en la mesa de rincón ya citada, que antes sólo servían de decoración. Y los propios cestos pasaron a ser hogar de los más variados juguetes que por el salón pasaban, y ocupan un nuevo lugar en el mueble de la tele. Por último, la caja de fotos y el centro de mesa que vestían el sobre, fueron relegandose al rincón susodicho a medida que el interés del pequeño por ellos... crecía.
E igual que su interés, crecía él. Ambos a la par. Los marcos de fotos fueron desapareciendo o apartándose hacia el fondo de la superficie del aparador. Otros se fueron dejando de su mano para que pudiera cogerlos y dar besitos a sus familiares a través de sus retratos. Delante de cada estante de la librería, ahora tenemos cuentos y mini libros de sus primeras palabras que, en cuanto los tira al suelo para verlos, descubren la línea de libros de papá y mamá que permanecían escondidos, pero que un día podrá leer él también. Por el momento entiende que no se cogen, aunque costó convencerle, pero ahora mismo no tengo otro sitio para ellos.
En la misma pared de la tele, frente a los sofás, en otro rinconcito, tenemos una mesita en la que se mostraban algunas de aquellas fotos, lucía una lámpara de sobremesa y varios portavelas de cristal, y se apoyaba en ella, detrás de todo, un cuadro en bastidor, marcando el espacio del conjunto. A su lado, respiraban un poto de gran tamaño y otra planta frondosa de menos altura, único hueco verde en la estancia. Pues bien, sólo quedan el cuadro y la mesa. En ella a tomado posesión de la superficie un centro de actividades en forma de cubo de madera y un trenecito desmontable del mismo material. A su lado y junto al mueble de la tele, la hamaca de mi hijo, donde ve sus cuentos o se bebe el zumo o juega a señalar los animalitos que la decoran. ¿Las plantas? El poto al rincón más apartado detrás de la mesa del comedor. La otra, encima de ésta, después de sufrir numerosos envites por parte del niño cada vez que intentaba regarla.
En esta parte, el comedor, ha habido poca remodelación. El camino de mesa ha tenido que doblarse hacia dentro para que no pudiera tirarse de él y dar con todo en el suelo. Y en cuanto al mueble del acuario, que ahora tiene al poto de compañero, hemos tenido que trasladar los enseres de cuidado de los peces y su hábitat, a una zona más elevada y... proporcionarle al peque su propio imán limpiador para el cristal, porque con sus besos y baboseos no creo que sea suficiente 😉
La verdad es que no parece tanto, pero podría haberme ahorrado muchos de estos cambios si hubiera utilizado algunas de las ideas que os muestro a continuación.
1. Asignando uno de los rincones del salón para su propia mesa de recreo y poniendo puertas en la parte baja de la librería:
2. Dejando cestos y estantes para sus cosas en la parte baja de los muebles y dándole un toque naif con banderines a juego con los tonos del salón:
3. Añadiendo muebles de su tamaño y colocando peluches entre los cojines (¡en realidad sin uno más! ):
4. Con muebles auxiliares que puedas mover fácilmente, como estas mesas de centro, puffs o almohadones,muebles que tengan ruedas...
Y poder despejar la alfombra siempre que tus hijos lo necesiten:
Algunas de estas ideas aún puedo ponerlas en práctica. Espero que os hayan servido también. ¿Qué cambios hicisteis en el salón para convivir con vuestros hijos? ¿No hay mucha diferencia del antes al después? Cuéntanoslo cuando quieras. Nuestra próxima aventura en Mi Casa Decorada con Juguetes será en la cocina... ¡peligro: niños!