Revista Educación

Mi chica me lee cosas

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Mi chica me lee cosas

Cuando hay un artículo que a mi mujer le interesa, me lo lee en voz alta. Primero me pregunta, ¿estás ocupado? El 100% de las veces le digo que no, aunque no sea cierto, porque no hay nada más importante en el mundo que escucharla. Entonces comienza a leerme la noticia que ha encontrado, la recita, con voz segura, bastante monocromática, sin énfasis, como si no me quisiera dar pistas de dónde está lo importante para que yo lo descubra. De vez en cuando me deja miguitas de pan en el tono de su lectura para que yo las siga.

Aunque sea un texto largo, y yo me haya perdido en el segundo párrafo (sobre todo cuando tienen un carácter filosófico existencialista que se escapa a mi entendimiento), no cesa en ese intento pedagógico de hacérmelo comprensible. Porque, claro, aquí se unen dos cosas que ustedes deben saber. Yo soy un tipo limitado. No diría que soy completamente tonto, pero rozo esa fina línea entre la inteligencia y la decencia. Entiendo los conceptos generales, los asimilo, pero cuando me piden hacer un análisis un poco más profundo, ya naufrago. Eso por una lado. Por el otro, y más terrible todavía, es que mi mujer es muy lista. Porque lo mío lo puedo corregir, a duras penas. Pero lo suyo no. Ella es brillante en sus exposiciones, tiene lógicas poco comunes, porque su cabeza funciona como una licuadora que exprime su cerebro mas toda la información que, diariamente, procesa. Al principio eso me hacía sentir mal: esta mujer me va a meter una patada en el culo el día menos pensado y me va a dejar. Pero parece que no, que a ella le parece suficiente mi bondad y mi humor de primero de guardería.

Por eso me lee las cosas. Porque esa es su forma de compartir conmigo puntos de vista que le interesan y que cree que a mí me pueden interesar. Cuando me lee artículos pomposos, que escapan a mi raciocinio, me enfado y le digo que el/la autor/a es un/a inepto/a. Pero la verdad es que me cabreo conmigo porque sé, a ciencia cierta, que ella ha entendido cada uno de los conceptos abstractos que el texto plantea. Y yo no.

No creo que ser listo, hoy en día, sea una virtud. Te hace la vida más difícil y, en muchos aspectos, tiene que ser muy frustrante. No lo sé porque yo no lo soy, pero lo supongo. Pero ojalá todos los mediocres como yo tuvieran cerca una mujer que les leyera cosas, que pusiera cariño en ese acto de amor con el otro, que les explicara, con dedicación y paciencia, cómo se ve el mundo con otros ojos. Eso sí, búsquense ustedes a esa mujer, que hay muchísimas en el mundo, porque la mía tiene ya mucho trabajo intentando hacerme menos cavernícola. Gracias.


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