Revista Coaching

Mi compromiso, conmigomismo

Por Mbbp
ene
25
2016 Miguel Benavent de B. // Personal

MI COMPROMISO, CONMIGOMISMO

Author Escrito por Miguel Benavent de B.   Comments Sin comentarios

Compromiso conmigo mismo

Me vas a permitir que me sincere, contigo, por un momento. Tengo la manía de escribir y explicar lo que siento, cuando lo siento, ya lo sabes. Pero hoy voy a escribir para mí mismo… y contigo como testigo! Te diré para empezar que no soy el “miguel” que conoces y suele escribir aquí, no tengo 55 años, ni soy de Barcelona, ni soy esa persona que tal vez tuviste el gusto de conocer visitando este Blog o en persona, alguien siempre positivo, demasiado charlatán, siempre dispuesto a ayudar a los demás, en cierto modo interesante pues está informado de casi todo, irónico y tal vez hasta buena persona y cordial. Tampoco soy un hacker que ha suplantado su personalidad, no te asustes…

Soy ese Miguel que está escondido en el corazón del “miguel” que tú conoces y que escribe aquí, pero al que apenas conozco yo mismo y, por tanto, mucho menos tú, amig@. Pero no te he engañado expresamente o con mala intención, tranquil@. En todo caso me he engañado yo mismo y, como consecuencia, te he engañado a ti, sin quererlo. Es humano -pero perjudicial- creerse el personaje que cada uno fabricamos con el paso de los años. Aunque el que yo me fabriqué sin darme cuenta fuera a ratos incluso buena persona, buen amigo, buen padre, buen hermano, buen hijo, buen compañero y/o buen amante. Y, aunque no sea del todo falso, no era toda la verdad de mí mismo. Era solo mi mente y lo que ella fabricaba, seguramente por miedo a sentir y vivir desde el corazón! Creía conocer la vida y hacía ostentación de ello, sin saber sentir ni vivir la vida de verdad y cual es su profundo sentido; hablaba por los descosidos sobre la paz y el amor, sin sentir realmente como eran; daba consejos a los demás, sin tener derecho a hacerlo, pues no era sabio en vivir; creía ser una firme e infatigable persona involucrada en muchos proyectos a la vez, pero era simplemente por no haber encontrado mi propio proyecto de vida, con sentido; amé sin condición a quien me amó, sin saber lo que significaba amar de verdad, desde dentro; incluso creí al final haber encontrado al amor de mi vida, sin saber sentir y vivir profundamente la vida y/o sin amarla como merecía…

Te diré el secreto de cómo he llegado hasta aquí, aunque resulta doloroso aceptarlo, pero a lo mejor a ti te suena de algo. He tardado más de 50 años en darme cuenta de que, hiciera lo que hiciera -incluso con la mejor intención-, la vida no me correspondía con lo que merecía y todos merecemos. Intentaba controlarla, a cualquier precio. Y hoy sé que la vida no admite ser controlada, ni tiene la intención de ponernos a prueba a cada instante, sino pretende hacernos despertar del mundo de ficción y del personaje que tenemos el mal hábito de crearnos y creernos, aunque ya estemos cómodos con él e incluso sea alguien admirado por los demás. La vida quiere que encuentre el Miguel de verdad, que no es otro que mi mejor versión, la que he venido a vivir aquí y a compartir con vosotros! Así, hoy entiendo en mi vida los desaires y malentendidos, los dolorosos abandonos, los desamores, los problemas de todo tipo, esas duras circunstancias que siempre me han acompañado… como a todos, supongo. De lo único que estoy orgulloso es de que mi personaje de ficción era una buena persona y casi nunca culpaba a los demás de lo que a él le sucedía. Incluso yo me había enamorado de ese personaje, sin saber que, haciéndolo, me privaba de vivir lo mejor de mí y os privaba a vosotros de disfrutar del Miguel de verdad, que apenas conozco aún hoy, aunque en ciertos momentos, supo brillar e incluso fue visto furtivamente por algunos de vosotros, sobre todo los que tuvisteis la paciencia y el amor para descubrirme en mi mirada, desoyendo mis vacías palabras y sin hacer caso a mis gestos, casi siempre incompletos o a destiempo…

Pero ese otro “miguel” de ficción siempre fue demasiado testarudo y luchador, incluso cuando se equivocaba dejando de ser el Miguel que estaba silencioso dentro, que por cierto siempre había afirmado estar buscando, aunque no le hiciera ni caso! Incongruencias del ser humano! Supongo que uno debe perdonarse por ello y pedir perdón a los que, sin quererlo ni saberlo, aceptaron -e incluso quisieron- sin chistar a ese “miguel” emulado, aunque no fuera capaz de sentirse pleno ni feliz y, por tanto, incapaz de compartir un amor y una felicidad que desconocía, que tanto ansiaba y que los demás deseaban compartir, conmigo. Ya sabes, nadie puede dar lo que previamente no tiene… aunque, sin  saberlo, esté dentro de él mismo, desde siempre!

Así que no hay otra que desnudarse, dejar el Alma al aire y reconocer que me he equivocado, que vivía una vida que no era la mía ni la que merecía! La vida me lo intentaba explicar en cada fracaso, para que al fin despertara. Pero estaba distraído, lo reconozco. Trabajaba cultivando un “miguel” que no era yo… en vez de preguntarle al Miguel que había dentro de mí, luchando por salir, a cada minuto! La vida, que tiene sus propias normas, estaba esperando eso de mí, aunque para ello hoy me exige que renazca a mi esencia, reconozca que no sé nada de la vida y que confíe en ella y que renuncie a todo lo que creía haber sido, sentido, creído, sabido, hecho y conseguido hasta ahora. Y eso cuesta, pues es desprenderse de todo lo que creías ser -sin Ser- y dejar de resistirme a ella! Y eso da miedo…

Para renacer hay que morir primero! La alternativa es seguir viviendo bien muerto, como hasta ahora y dejar que la vida te vapulee! Y ante esta necesaria muerte estoy yo sólo como cuando nací, pero en silencio y sin resistirme a que se manifieste la vida, fluyendo con ella y sin intentar controlarla como siempre. A lo sumo hay a mi alrededor algunos pocos privilegiados espectadores que desean que renazca el Miguel que alguna vez vieron en el fondo de mi mirada y que yo necesito hoy más que nunca para seguir viviendo, pero ya plenamente y feliz… y así poderlo compartir contigo, tal vez algún día!

Solo me queda pedirle al Universo -o a Dios, llamale como quieras- que me guíe en mi recién iniciado camino del reencuentro, conmigo mismo!

Mientras, con tu permiso, estaré en silencio para poder oír mi propio corazón!

Hasta siempre!


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