Revista Opinión
A ti qué buscas un gran cambio en tus hábitos alimenticios: mi conversión al higienismo
Leí sobre el higienismo integral por primera vez en una historia de Instagram. Se trataba de una interactiva que animaba a contar sobre experiencias de la gente al dejar las drogas. En su mayoría relataban sobre lo bien que se sentían una vez que habían dejado el alcohol. Otros menos, contaban su experiencia dejando la marihuana y otras drogas. Pero hubo un relato muy extenso que llamó mi atención al estar relacionado con los hábitos de alimentación, tema que me fascina y despierta mi curiosidad e interés desde mis 20 años aproximadamente. A eso de mis 20 años fui algo así como vegetariana, pero comía productos del mar. Lo dejé una vez que comencé a trabajar y se me hizo más difícil llevar una buena alimentación. Además, en base al contexto económico de mis compañeros universitarios y al mío propio, cuando me invitaban a comer una lasaña para mí pesaba más valorar el esfuerzo que la preparación de dicha comida implicaba para mis compañeros.
En fin, que tuve una niñez en la cual mi madre se preocupó de darme de comer lo más saludable posible. Que si se antojaba comida chatarra, pues ésta al menos era elaborada en casa. Con este contexto, crecí inclinándome más por las opciones más saludables. Aunque tuve algún periodo en mi adolescencia de estar yendo seguido al McDonald’s.
Entonces, como iba diciendo: el relato en la historia de Instagram acerca de los hábitos alimenticios. Esta chica contaba que había estado practicando el veganismo desde hacía varios años, pero que había descubierto el hermoso mundo del higienismo integral, estilo de vida que le permitía ser más consciente con sus ideales y que aseguraba estar a un paso de empezar a ponerlo en práctica. Acto seguido, me dirigí a Google y busqué: «higienismo integral». Se trataba de algo que al vuelo escuché alguna vez en mis discusiones sobre vegetarianismo y veganismo (porque resulta que cuando cambias tus hábitos alimenticios de pronto tu entorno te juzga). «Las plantas también sienten», me decían; «hay gente que solo come frutos caídos de los árboles». Pues eso, más o menos, es el higienismo: una alimentación en base a frutas, vegetales, frutos secos, granos y brotes.
Luego de intentar hallar información acerca de cómo practicar el higienismo en Google y fallar, me fui a youtube.Cabe mencionar que mi deseo por tener un estilo de vida más saludable se vino gestando desde hace un par de meses debido a que empecé a replantearme todas las cosas con las que estaba inconforme en mi vida, y una de ellas era mi alimentación y el sedentarismo. Era evidente por mi estado físico y anímico, que estaba haciendo las cosas mal. Entonces vi en el higienismo la oportunidad perfecta para alcanzar mis anhelados cambios. A pesar de siempre intentar llevar una dieta balanceada, habían muchas cosas que definitivamente estaban mal. Empecé a tomar conciencia de que consumía muchos productos elaborados que contenían sustancias no naturales y que lentamente dañarían mi salud. Tenía claro que en algún momento iba a dejar de comer animales, porque hacen mal y porque son seres como yo que sienten y sufren.
Entonces, como iba diciendo, en Google encontré información acerca de qué es el higienismo y su historia. Me sorprendió descubrir que se practica hace 200 años, debido a que un grupo de vegetarianos, a pesar de comer saludablemente, padecían las mismas enfermedades de la gente que comía carne, pero de 5 a 15 años después. Pero yo quería saber cómo practicar este estilo de vida saludable y de eso en Google poco. Fue así como en Youtube, al buscar sobre el higienismo integral, lo primero que hallé fueron vídeos del higienista chileno Mauricio Esteban. Una semana después, ya había visto todos sus vídeos. Lo único realmente desalentador fue escuchar de su boca que, al ser todos los organismos diferentes, es imprescindible asesorarse por un nutricionista higienista. Y yo que me encuentro desempleada, no puedo de momento darme este lujo (que por cierto la salud no debiera ser considerada un lujo). Tengo claro que una vez que pueda pagar uno, lo haré.
Y bueno, hay también otras cosas desalentadoras acerca del higienismo, y es que ya no iba a poder comer cosas dulces ni saladas. Pero, era consciente de que eso solo sería duro al principio y que los beneficios que obtendría a cambio serían infinitamente más importantes.
Y pues bien, consciente de que mi salud no podía esperar a mi bolsillo, me decidí a empezar por cambiar pequeñas cosas de mis hábitos alimenticios. A día de hoy aún no llego practicar en un 100% el higienismo, pero estos cambios me han servido para asfaltar camino. Comencé por dejar absolutamente los cuatro venenos blancos: el azúcar, la sal, la harina blanca y el arroz blanco. Debo decir que al contrario de lo que pensé en un principio, me ha costado más dejar el harina y el arroz que la sal y el azúcar, y la sal más que el azúcar. Sí, la sal me ha costado más, definitivamente. El azúcar ya venía dejándola hace tiempo. Un excelente reemplazante para el azúcar, una vez que te acostumbras a su sabor, es la stevia en hojas. Especialmente porque me encanta beber infusiones y té, y me gustan dulces.
El primer día comencé por beber un zumo cítrico de naranja por la mañana, aunque la naranja no es conveniente consumirla todo el tiempo. Como no tenía máquina saca zumos y como ese día tenía programada una salida a hacer trekking temprano, mi mejor opción fue una botella de zumo de naranjas recién exprimidas del supermercado Día. Y como no había hecho la compra, resolví por llevarme dos manzanas para la jornada. Por la tarde mi madre nos esperaba con lentejas. Si bien éstas no estaban preparadas al modo higienista, y además tenían sal, separé la carne y me las comí. Imediatamente después, me fui a comprar la licuadora (de las que solo sacan el zumo), y hasta hoy la he usado cada día para mis zumos detox por las mañanas.
A medida que pasaron los días, me fui informando más acerca del higienismo. Al comenzar abruptamente, tuve que ir modificando día a día prácticas que estaban erróneas, y hoy, ya solo me queda practicar mi primer detox de 3 días para comenzar con un cuerpo desintoxicado. Hablando de desintoxicación, olvidé mencionar que una de las noticias más duras al querer comenzar con el higienismo fue enterarme de que no iba a poder volver a beber alcohol, a excepción de vino orgánico, así que ni tan mal.
Y bueno, lo que estoy comiendo hoy sería básicamente un zumo cítrico por la mañana luego de practicar actividad física. Luego, entre las 12 pm y las 2 pm, una selección de frutas bien combinadas. Por la tarde (y esto lo he ido modificando), una variedad de vegetales aliñados con palta, cebolla, vinagre, y en ocasiones perejil. Si luego tengo apetito, como frutos secos, y si me da sed, bebo infusiones. Otros días, luego de mi ensalada, como verduras al vapor y pasta con huevo, o arroz integral.
Algunos de los cambios experimentados en estas dos semanas han sido: menos ansiedad y reactividad, más calma y más paciencia. He podido apreciar más el sabor de las frutas y los vegetales. En un principio puedes experimentar hambre y fatiga. En mi caso eso, y además dolores de cabeza. Cuando el cuerpo no está acostumbrado a alimentarse («alimentarse es todo lo contrario de comer», Mauricio Esteban) y tú le cambias los hábitos, es normal que reaccione así. No he sentido ningún síntoma de resfrío y me encuentro más optimista y con mayor vitalidad. Tengo menos problemas para asumir mis tareas y para conciliar el sueño, menos problemas para dejar la cama, y lo más importante, tengo más claridad acerca de mis deseos y anhelos. Además me veo y me siento mejor.