- Leo mientras la lluvia de principios de marzo desplaza a la luz de los tímidos rayos de sol que, hasta hace unos instantes, se filtraba a través de los leves visillos blancos de la ventana e iluminaba las páginas del libro que tengo entre las manos. Al otro lado de los cristales , en el jardín , los magnolios comienzan a desplegar sus hojas para dar la bienvenida a la Primavera.
Febrero ya no es más que un recuerdo de cristales empañados , perezosos amaneceres bajo la suave calidez de las sábanas blancas, atardeceres de reconfortantes tazas de té que hacen revivir los manos de ateridos dedos al amor de la porcelana caliente , y la falsa luz de las farolas atreviéndose a desafíar a las tempranas sombras.
Leo mientras el silencio y la melancolía invaden el último rincón de la habitación, y el pensamiento ya vuela con palabras ancladas para siempre en finitas líneas impresas cuyo eco silencioso permanecerá en mi memoria para siempre.
Y mientras leo , al otro lado del cristal las gotas de lluvia se deslizan por los cristales en una danza improvisada de desmañadas piruetas que distraen la mirada de las páginas del libro y hacen que se pierda en el vacío junto al jardín donde los magnolios , silenciosos y blancos como las páginas en blanco de los libros que aún nadie ha empezado a llenar de voces, de risas , de soledad, de felicidad, de pasión , de poesía o de amor, han comenzado a vestir sus ramas. Será por eso que los libros también son promesas de Primavera.
De la sección de la autora para "Curiosón": "Mi dios de las pequeñas cosas" @MargaritaMarcos2015