Revista En Femenino

Mi embarazo: semana 9

Por Lectoraprofeymama

Estas están siendo unas semanas muy duras por el exceso de trabajo (empiezo a plantearme si voy a dejar finalizado el proyecto para la fecha prevista, puesto que es muchísima tarea), pero no quería faltar, al menos, a mi cita semanal. Espero tener más tiempo de escribir en abril, pero de momento casi todo mi tiempo lo absorbe mi trabajo.

Hoy cumplo diez semanas de embarazo. Parece mentira, pero la barrera psicológica del primer trimestre está ahí, al alcance de la mano. Dentro de unos días tengo que hacerme los primeros análisis, una semana más tarde mi médica me dará los primeros resultados y después, ¡la ecografía! Que tomásemos la decisión de no hacer ecografías extra no significa que no nos muramos de ganas de comprobar si todo anda tan bien como parece. Pues bien, de momento voy a resumiros lo que ha sido para nosotros la semana 9.

 

Imagen tomada de babycenter

Imagen tomada de babycenter

 Nuestro bebé: En la semana 9, nuestro pequeñín sigue creciendo y ya mide unos 2,3 centímetros (aproximadamente el tamaño de una uva) y pesa 2 gramos. La semana 9 es importantísima, porque marca el final del período embriónico y el inicio del período fetal. Esto significa que los principales órganos de su cuerpo ya tienen su forma primitiva y empiezan a funcionar, y que a partir de ahora su desarrollo se centrará, sobre todo, en aumentar de tamaño y perfeccionar los sistemas que realizarán las principales funciones de su cuerpo. Ha perdido esa especie de colita que tenía al final de la columna vertebral y sus ojos están completamente formados, aunque no se abrirán hasta la semana 27. ¡Nos ha impresionado mucho saber que ya están terminados los procesos más complejos de su desarrollo, cuando aún falta tanto para que el embarazo llegue a término!

 ¡Barriguita!: Mi barriga ha vuelto a cambiar de forma, ya no es tan abultada sino que se ha ensanchado, y tengo la sensación de que empiezo a perder cintura. De todas formas, ahora tengo que recurrir a la ropa ancha para disimularlo. Mis vaqueros no cierran, y los llevo sujetos con una goma del pelo que une el ojal y el botón. Por encima, camisetas anchas y largas para que no se note mucho. Aún me da cosa buscar pantalones de premamá (lo veo muy pronto), pero mi ropa de siempre, tan ceñida, me resulta incómoda.

 Molestias en el pecho: No he tenido tiempo de comprar un sujetador, porque el trabajo me tiene hiperocupada, pero cada vez me molesta más. Me pongo mi sujetador más suave y solo para salir a la calle, el resto del día prefiero no llevar nada. Empiezo a plantearme salir a la calle también sin sujetador si no consigo un rato para ir de compras pronto.

 Esto está chupado: La verdad es que, aparte de la incomodidad de la ropa y del sujetador y de manosearme constantemente la tripa sorprendiéndome con su nueva forma, esta semana ha sido muy aburrida. Estoy ya acostumbrada a mis síntomas y sé cómo manejarlos: he asumido que las visitas al baño son una incomodidad necesaria, sé cómo manejar las náuseas y he aprendido a escuchar a mi cuerpo para saber cuándo necesito un descanso físico o mental. Tengo algún antojillo de vez en cuando, pero soy paciente: hay un paquetito de salchichón en el congelador que tiene mi nombre. Creo que le estoy cogiendo el tranquillo a esto del embarazo.


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