Revista Coaching

Mi especial día de navidad

Por Mbbp

MI ESPECIAL DÍA DE NAVIDAD

Ayer fue un especial día de Navidad para mí! No porque fuera algo raro -que lo fue- sino porque disfruté de la Navidad… a pesar de todo! Al fin descubrí dónde está la verdadera Navidad: En mi corazón! Y como mi corazón estaba muy lejos de mí y, lo reconozco, ya no sé vivir sin él, preferí pasar el día conmigo mismo! ¿Dónde podía estar mejor, para sentir mejor mi corazón? Porque mi Navidad estaba muy lejos de aquí y de mí, aunque la sentía intensamente en mi interior, como si estuviera yo mismo celebrándola en el lejano mar del Norte, donde en realidad estaba mi corazón!

Es curioso cómo somos los seres humanos, cuando nos dejamos llevar por la mente y la tradición! Lo que supuso una transgresión o una rebeldía más familiar y/o social, se convirtió en mi derecho inapelable a la soledad y al amor, aunque en este caso fuese compartidos en silencio y en la distancia! ¿No es, acaso, la Navidad un momento para el amor? ¿O, con perdón, debería ser quizás el mejor momento para hacer -de verdad- el amor? Sea como fuere, ese especial día de ayer me lo dediqué a mí mismo, para sentir el amor en mi interior. Aprovechando el apacible día que hacía, paseé por la playa -con mi amor, como siempre en el corazón-, como muchos otros días me gusta hacer. Disfruté del sol y hablé de la vida, para mis adentros. También vi mucha otra gente paseando que no celebraba la Navidad o que quizás lo hacía a distancia, como yo! Y pensé que las tradiciones muchas veces nos entristecen, pues solo evocan un pasado nostálgico -quizás de la niñez- y que no siempre nos ayudan a sentirnos felices, a no ser que seamos capaces de celebrarlas con verdadero amor, dándoles un sentido nuevo, pleno y actual…

Me preparé una “butifarra esparracada” de Vic con patatas y una copa de un buen vino de la Ribera de Duero. ¿Quién o qué me obligaba a tomar la “escudella i carn d’olla” y el pavo relleno, de Navidad? Y después de comer cerré mis ojos un rato en el sillón. Soñé en esa Navidad lejana que me hubiera gustado celebrar allí, donde mi corazón estuvo todo el día! Me imaginé a mí mismo feliz con las niñas dormidas en mis brazos, mientras los mayores conversábamos tranquilamente recostados en el sofá con las manos unidas, frente a la mágica chimenea, con una taza de humeante café en las manos y el intenso frío fuera, tras los cristales. En esa preciosa escena vi lo que para mí podría ser la verdadera Navidad y descubrí qué nunca había estado tan cerca la felicidad de mí como ahora… a solo unas horas de vuelo de donde yo estaba, soñando! Tantos años compartiendo la navidad y buscando la felicidad… para darme cuenta de que la verdadera Navidad y la felicidad van de la mano, están aquí o allí… donde tengamos al fin el corazón bien abierto, lo dejamos soñar y fluír… y lo compartamos con amor!

Pero sí, estas Navidades han sido distintas de lo habitual! Sin prisas, sin familia, sin comida pesada y sin interminable sobremesa! Plácidamente sólo, bajo el sol en la playa, con buena música de jazz, una buena lectura… y soñando en mi amor lejano, aunque sintiéndolo aquí! Todo un día de Navidad y de amor, sí señor! Lo irónico de la vida es que a más de uno le gustaría haber tenido un día de Navidad como el mío! Quizás la única diferencia que existe entre los demás y yo es que, después de casi medio siglo, hoy ya sé bien dónde está el amor que celebramos en Navidad y no renuncio a él, aunque sea en soledad! Tal vez llegará el día en que podré celebrar la Navidad donde esté también mi corazón! Paso a paso, posiblemente algún día llegará nuestra verdadera y plena Navidad!

Mientras, quizás este año debía aprender a celebrarla sólo y con quien más quiero ausente, aunque estuviera -como está- en mi corazón. Como tal vez debía aprender a no dejarme abatir por la nostalgia del pasado -¿o de lo que quizás nunca viví?- u olvidar lo que me hubiera gustado vivir y compartir ayer, en mi especial día de Navidad! Aunque tal vez solo logré deshacerme de las almas enmudecidas y las tristes ausencias solo físicas para compartir -por fin- mi especial Navidad con las presencias eternas en mi corazón! Y así, ayer descubrí que el amor de verdad está -y siempre estuvo- en mi corazón, donde no existe tiempo solo de navidad, ni distancias infranqueables, ni ausencias duraderas… aunque el mío ayer estuviera abierto, feliz y muy lejos de mí! Aunque ¿te digo la verdad? Solo encontré a faltar su sincera y amorosa mirada para refrendar su paz, amor y felicidad y, por tanto, nuestra primera y verdadera Navidad, aunque ayer fuera compartida solo desde el corazón…

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