Revista Educación

Mi especialidad y sus tres metros sobre el

Por Ter0n

¿Quién de vosotros no ha tenido contacto durante el último año, aunque sea indirecto, con la película A3MSC? La obra de la novela homónima de Federico Moccia narra la historia típica del chico malo y la chica buena y cómo los dos se transforman y llegan a amarse de forma única, increíble e inevitable.
En la literatura, y en las pelis, a todo el mundo nos gusta las historias de amores imposibles que empiezan mal, para al final los protas acaban "in love" y triunfando ante la adversidad. En el fondo para eso existe el cine, para vivir historias épicas y con final feliz que no suceden en la vida real.
Tuve hace ya un tiempo un caso parecido al de la película en mi entorno cercano. Por supuesto, la realidad no era tan "ideal" como en el libro o la peli. Él era más bien un chico solitario y "maloteh", que siempre trataba de sacar partido de los demás (de forma descarada) y más si era mujer. Ya había tenido previamente unos temas de cuernos con una novia y ese tipo de historias truculentas. Ella, por su parte, era una chica algo tímida y desconfiada de los hombres. Alguna historia suelta en los inicios de la adolescencia que la hicieron desconfiar de nosotros hasta que las heridas empezaban a cerrar. Entonces coincidieron, empezaron a charlar por messenger. Flirteaban en las escasas ocasiones en que tenían oportunidad de verse, casi sin despertar las sospechas de sus allegados. También, en seguida empezaron los cotilleos y él se enteró de que ella estaba algo interesada. Como en el fondo a los hombres nos gusta ir sobre seguro, (como decía la canción, si no puedes estar con quien amas, ama a la persona con quien estés) creo que os podéis imaginar lo que vino después. Unos dos meses de coqueteo, de miradas complices y nada más. Aunque existía cierto "feeling", las circunstancias no eran propicias, y cuando pasa el tiempo las diferencias se acaban acentuando y pesan más que las cosas buenas.
Por eso, si acabas de presentarte al MIR, piensa muy bien qué quieres hacer con tu vida. Si no te gustan los pacientes no elijas Medicina de Familia. Si no soportas repetir una y otra vez las mismas pruebas diagnósticas no elijas una especialidad con superespecialidades. Si tus padres son catedráticos de Cirugía, y es lo que has visto desde que eras un infante, no escojas dermatología. Ampliaré más en próximas entradas.

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