Revista Cultura y Ocio
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Ser soltero no es nada fácil. No se es soltero por querer serlo, pero cuando las circunstancias apremian, ser soltero debe ser llevado con toda la clase y el orgullo.
Yo no suelo quejarme mucho por estar soltera, es más hasta lo disfruto… a veces. Y no es que no tenga uno que otro pretendiente. Si los hay, lindos, prometedores, habladores, demasiado optimistas, o bufones simplemente; pero los hay. El problema no es de ellos, ni son ellos el problema irremediablemente: SOY YO. Sí. Yo soy la del problema. Ando tan cómoda con mi soltería y tan acostumbrada estoy a ella que no quiero dejarla ir, me da miedo, ¡TERROR! Nuestra relación es perfecta, ella no me cela ni yo a ella. No me pide cuentas de mis actos, no me hace reclamos, ni escenas de celos, ni me revisa el teléfono o las redes sociales y le caen muy bien mis amigas. Es perfecta para mí y yo soy perfecta para ella. Compartimos los mismos gustos y siempre tenemos tiempo para acrecentar nuestra relación y por eso se ha hecho cada vez más fuerte. No me presiona y yo me siento libre y así quien no se compromete para siempre. Pero lo único malo de nuestra relaión, es que no se hace presente, ni puedo verla, solo sentirla y a veces me estorba cuando tengo frio en las noches y no me abraza, o cuando me antojo de un beso que no puede darme, o cuando veo a tantas parejas en la calle de la mano riendo felices y yo camino “sola”. Ella está ahí, conmigo, pero yo no la veo, ni la puedo tocar. Y por eso a veces caigo en la tentación y la traiciono. Pero la aventura no me dura mucho al darme cuenta que mi costumbre me ha hecho sentirle miedo a comprometerme con un amor real. Con un guapo y atrayente caballero de brazos fuertes y sonrisa que enamora. Así que le pido perdón y ella me recibe de nuevo. Así que por ahora y mientras puedo hacer terapia para dejar el miedo al compromiso. Yo llevo con toda la clase y el glamour mi título de: SOLTERA V.I.P
On Twitter: @Issa_Quintin
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