Ya pasó.
Ya llegué a la meta. Casi un año después de empezar con la preparación del examen MIR, por fin puedo decir que se acabó todo. Ya tengo mi plaza!
Conseguí la especialidad que me propuse: pediatría. Dudé mucho con respecto a otras especialidades médicas: sobre todo endocrino, y también neuro, que rondaron mucho por mi cabeza. Antes de empezar la carrera de medicina, y durante unos años después, quise ser endocrino. El mundo de la nutrición, la diabetes, la obesidad, el metabolismo... me encantan. Sin embargo, con la pediatría quizá mate dos pájaros de un tiro, al fin y al cabo, siempre puedo subespecilizarme en esta rama.
Mi segunda gran duda fue el "dónde". Dudé hasta el último momento quedarme en un hospital pequeño, pero en mi ciudad, o irme a 100 km de distancia, a un hospital algo más grande, y con mayor volumen de niños. Al final me decanté por esta última opción.
Dicen que lo más duro del MIR es el momento de la elección de plaza, y ahora que lo he experimentado por mi misma, no puedo estar más de acuerdo. Los días previos a mi elección, según iba viendo como se iban escogiendo plazas, lo iba pasando francamente mal. Tenía miedo, quizá algo exagerado, a quedarme sin pediatría en mi comunidad autónoma. El propio día de mi elección, sólo quedaba una plaza en el hospital que tenía como primera opción, y 200 personas pasaron antes que yo a darle al famoso "enter". Cada vez que se pronunciaba "pediatría" en la sala me daba un vuelco al corazón, por si las siguientes palabras eran el nombre de mi hospital. Al final tuve suerte, conseguí lo que quería y donde quería. Cuando salí de la sala, casi lloro de la alegría. Es un subidón tremendo pensar que todos tus esfuerzos, todo el sacrificio, han servido para algo. Que has logrado tu meta. Que fuiste el número 1 en TU mir.
Y ahora empieza la mudanza y los papeleos. Aunque aún queda bastante para la incorporación a mi plaza, intuyo que entre unas cosas y otras el tiempo pasará demasiado deprisa.
¡Hasta pronto!