Revista Opinión

Mi experiencia con la parálisis del sueño alucinatoria

Publicado el 05 septiembre 2019 por Carlosgu82

He notado que a muchas personas les pasa esto, y por ello, es algo que no me preocupa demasiado. Al principio, cuando tuve mi primera vez en este campo, fue estaba por los quince años aproximadamente, y me preocupé, como no iba a ser de más. En aquel entonces, pensaba que esa clase de cosas solo le daban a gente con problemas de drogadicción, o a alcohólicos, porque se me hacía muy raro que le pasara a uno que nada de nada.

Fue después de algunas investigaciones pequeñas por la red, en las que me di cuenta que es algo común, o por lo menos, común para la clase de personas que viven bajo mucho estrés por determinadas situaciones, o que por distintos motivos no pueden conciliar el sueño de forma adecuada. En realidad, pueden llegar a ser varios motivos por lo que se desencadena este tipo de suceso en un usuario, pero básicamente depende de la clase de vida que lleve el mismo.

A la edad que ya hice mención en el primer párrafo, yo era un estudiante de secundaria cuyos únicos problemas eran algunos trabajos pendientes, o estudiar para un examen complicado. Cosas demasiado normales en la vida de cualquier alumno como lo era. Pero siempre tuve un problema, y consistía en que desde muy niño me costaba trabajo dormir, no era de esos que se acuestan y como por arte de magia se desmayan, en mi caso, siempre tenía que esperar y esperar hasta que se diera.

De esa manera, puedo decir que antes de mi primer gran encuentro con la parálisis del sueño alucinatoria, ya había tenido otros casos muy pequeños. Nada especiales para ser sincero. De hecho, muy típicas, ya que son las que se dan con frecuencia, donde el individuo se despierta y es incapaz de moverse. Claro, está de más decir que es una de las sensaciones más horribles e impotentes que existen, llegas a sentirte insignificante de verdad.

Pero me han dicho y he llegado a leer casos de un episodio más severo de esta parálisis, uno donde la gente que lo experimenta no solo no puede mover nada de su cuerpo, sino que además, ve figuras, como si estuviera soñando, solo que el sueño en cuestión es vivido de forma interna, como si estuvieras atrapado en él. Y más que ser eso, se siente como una representación nítida de la realidad, donde puedes estar al tanto casi a la perfección de todo lo que pasa a tu alrededor. Imagínate no poder moverte y que alguien, en la oscuridad y soledad de la noche, se acueste al lado tuyo. Algo así me pasó.

Y por fin, comenzamos. Aquel día había ido al colegio con normalidad, o mejor, para ahorrarnos todo ese proceso, el día en sí transcurrió de manera habitual, sin mayores sobresaltos. Nos instalamos directamente al momento en el que me levanto después de un lapso determinado luego de haberme dormido para ir al baño. Es algo que a cualquiera le pasa, y es muy molesto.

Eran horas de la madrugada por la iluminación del ambiente que ya no estaba tan oscuro, y cuando me levanté, se dio algo impensado en esta clase de parálisis. Era capaz de moverme, pero solo mi cabeza. Y esa tranquilidad regular duró unos minutos, ya que a medida que la movía más, la misma se endurecía hacia mirar fijamente el techo de mi habitación. Por supuesto que yo luchaba profundamente para levantarme, no sabía qué o por qué pasaba eso. Parecía que no era un sueño, porque la verdad, era demasiado real.

De repente, se vino lo peor. Cualquier persona que estuviera aquel día, aquella hora conmigo, pues, maldita sea. Escuché un ruido de alguien saliendo por debajo de mi cama, y con mi visión periférica mientras veía el techo pude divisar a medias cómo la cortina de al lado se movía. Lo sentí con la mayor claridad posible. Sentí cómo esa cosa con forma humana o lo que sea se acostó conmigo. Y con demasiada confianza de hecho, ya que incluso tuvo la osadía de abrigarse con mis sábanas.

Inmediatamente tuve la capacidad de girar mi cabeza para ver de quién se trataba, pero de la misma forma, es decir, inmediatamente, la misma se detuvo hacia la dirección que ya mencioné anteriormente. Luchaba por hacer algo, más que escapar, tenía unas ganas tremendas de arrancarle las extremidades a eso que se posó conmigo, y para nada lo menciono para hacerme el valiente, de hecho, tenía mucho miedo, pero las condiciones de la juventud tan inexperta me daban el coraje para hacer algo que en esas condiciones podría ser impensado.

La cosa esa agarraba mi cara con sus largos dedos, muy fríos. Incluso sentía que me lamía mi oreja izquierda. No podía contener más las ganas de gritar, a tal punto que, ya no sé si fue real o no, me daba la impresión de que podía abrir mi boca, pero de ella no salía ningún sonido, por más fuerte que intentara. Por momentos, llegué a experimentar un ardor profundo en mi garganta.

El usuario que me acosaba realizó un movimiento inesperado considerando su gran y extensa tranquilidad con la que maniobró para estar a mi lado, y, usando sus dedos índices, los cuales, recalco, eran largos y fríos, los metió al fondo de mis orejas, y paso seguido, procedió a taladrar, así es, taladrar muy fuerte, presionando en la base interna de mis oídos y tomando pequeños impulsos, casi insignificantes, hacia afuera para seguir con la misma acción.

Lo de taladrar no es broma, incluso llegué a escuchar el sonido típico de esas máquinas cuando lo hacía. Al finalizar, la cosa esa se marchó por donde vino, o sea, por debajo de mi lecho, y yo sentía que de a poco me iba. Paulatinamente, cerraba mis ojos por el mareo intenso, pero algo en mí me decía que no lo hiciera y que intentara despertar, porque si cedía, quién sabe y en serio era mi fin. Me resistí todo lo que podía. Apenas los dejé completamente abiertos, en efecto, desperté con normalidad, me podía mover como siempre y lo primero que hice fue correr a encender la luz.

De más está decir que las horas que quedaban para el definitivo amanecer no las pude compensar con descanso, ni siquiera lo intenté. Hasta el día de hoy pienso que es extraño y que solo se queda como una de las consecuencias de la parálisis, pero hay un asunto que me tiene un poco inquieto cada vez que pienso en eso, y es que el suelo de mi cuarto estaba completamente empolvado, algo rarísimo ya que lo mantenía con regularidad, pero esa madrugada al despertar vi que parecía el piso de alguna casa abandonada.


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