Fotografía: Wikipedia
Aún recuerdo con muchísimo cariño mi primera visita a la Biblioteca Nacional. Por supuesto había pasado por la puerta del edificio infinidad de veces, pero hasta que empecé a estudiar Biblioteconomía en la universidad no tuve ocasión de verla por dentro. Ahora es más fácil, porque de vez en cuando se organizan allí jornadas de puertas abiertas, visitas guiadas, etc.; pero hace años solo los investigadores, docentes o profesionales de las bibliotecas podían acceder, y aun así, siempre era con algunas restricciones.Por ello, para mis compañeros de universidad y para mí fue todo un descubrimiento enterarnos de que siendo estudiantes de Biblioteconomía podíamos no solo acceder a la Biblioteca Nacional, sino también al Servicio de Documentación Bibliotecaria (más conocido como "biblioteca del bibliotecario"), en el que además podíamos seleccionar libros para llevarlos en préstamo a casa. Allí pasamos muchas horas de estudio y, desde luego, de investigación, no solo de temas universitarios sino también por el propio edificio de la biblioteca; lógicamente no podíamos acceder a todas las secciones, pero fue emocionante poder movernos por allí casi a nuestro antojo: la sala general de lectura, la sala de publicaciones periódicas, las máquinas de café que había en los pasillos, con esos sillones tan cómodos, la sala de catálogos manuales, la cafetería (todavía recuerdo esos estupendos huevos al nido que solían tener en el menú del día)...
Pero sin duda, de todos los rincones de la biblioteca, mi favorita siempre fue la Sala Cervantes. Pertenece al Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros, una de cuyas secciones es precisamente esta sala, en la que se pueden consultar este tipo de obras. No siempre es posible consultar los originales, por lo que la biblioteca pone a disposición de los investigadores reproducciones. Sí es de libre acceso la sección de referencia, que resulta de lo más curiosa porque en ella podremos encontrar todo tipo de repertorios bibliográficos raros y antiguos, diccionarios de paleografía y diplomática, diccionarios de lenguas clásicas... Una auténtica mina.
Entre los manuscritos antiguos destacan obras como el Cantar de Mío Cid, el Beato de Don Fernando y Doña Sancha, el manuscrito de La colmena o el borrador de un escrito de Lope de Vega.
Esto son tan solo unas pequeñas pinceladas que he querido aportar sobre mi rincón preferido de la Biblioteca Nacional, pero para hacerse una idea mejor de su funcionamiento, nada como el vídeo de presentación que elaboraron en la propia biblioteca para darlo a conocer. Espero que os guste.