Revista Infancia
Con la llegada del verano, llega también el calor, las vacaciones, los viajes y las actividades relacionadas con el agua. Para nosotros, los adultos, y para los niños mayores, no hay nada mejor que un buen baño en la piscina o en el mar para quitarnos el calor.
Además, estos baños son una oportunidad para estar al aire libre, hacer ejercicio y realizar actividades distintas a las que solemos hacer durante el año.
Para los niños mayores, los baños en la piscina y/o el mar ofrecen numerosas posibilidades de diversión, juego, movimiento, experimentación y relación con otros niños.
Así, vemos a nuestros sobrinos, vecinos u otros niños mayores disfrutando de actividades acuáticas en verano e, incluso, recordamos cómo disfrutábamos nosotros mismos cuando éramos niños en la piscina y en la playa durante las vacaciones de verano.
Con todas estas experiencias personales y recuerdos, llega el verano y viajamos con nuestro hijo pequeño (de uno, dos o tres años) cerca del mar o en un lugar con piscina, deseosos de que nuestro pequeño disfrute tanto como otros niños o como nosotros lo hacíamos de pequeños, del mar y de la piscina.
Sin embargo, para sorpresa ingrata de muchos padres, la mayoría de los niños pequeños expresan miedo a estas actividades acuáticas. No quieren meterse en el mar ni en la piscina, lloran y se agarran fuertemente a sus padres en cuanto se les acerca el agua.
Los padres, decepcionados, muchas veces no comprendemos cómo nuestros hijos van a optar por perderse esta diversión que les estamos ofreciendo y tratamos, con empeño y tesón, que nuestros hijos se bañen y disfruten del agua. Empeño, casi siempre, fallido.
¿Qué hacer si tu hijo tiene miedo al agua?
Muchas madres me consultan sobre cómo estimular en sus hijos pequeños el gusto por estas actividades acuáticas. La clave, como en casi todo lo relacionado con la crianza de los hijos está en esperar a que el niño esté preparado.
Un niño menor de cuatro años no tiene todavía las habilidades psicomotoras completamente desarrolladas y consolidadas. Esto supone que no se sienten seguros en un medio desconocido y al que no están habituados, como es el medio acuático.
Es importante que el niño se sienta seguro a nivel psicomotor para que pueda ser capaz de desenvolverse y disfrutar de juegos en el agua.
Con esto, queda claro que el hecho de que los niños pequeños rechacen el medio acuático es normal y no significa que vayan a rechazarlo siempre. Lo aceptarán y disfrutarán cuando estén preparados para ello.
Mientras tanto, es positivo que vayan conociendo, explorando e investigando el medio acuático a su ritmo, respetándose sus necesidades emocionales: estar en brazos de sus padres en el agua todo el tiempo, no entrar en el agua si no quieren, salirse del agua cuando así lo demanden…
Una opción práctica válida para niños pequeños es llenarles una piscinita de plástico pequeña en la que puedan bañarse y jugar sin miedo. En realidad, con esto les estamos permitiendo refrescarse y disfrutar del agua en un lugar en el que se sienten seguros y confiados.
El miedo al agua es protector
Si lo analizamos detalladamente, el medio acuático es peligroso. El agua es un medio que, si no se controla bien, puede ser muy dañino para el ser humano.
Nosotros tenemos mucha información que nos permite sentirnos seguros en el agua y tener la seguridad de que también es un medio seguro para nuestros hijos: sabemos nadar, sabemos que hay un socorrista vigilando, sabemos que los manguitos mantendrán a nuestros hijos a flote, sabemos que nosotros los vamos a cuidar para que no se expongan a ningún peligro en el agua…
Sin embargo, nuestros hijos pequeños no tienen toda esa información. Los niños pequeños perciben el medio acuático como un medio peligroso y, sin toda la información de la que disponemos los adultos, verdaderamente lo es.
Así, el miedo al agua protege de un peligro potencial al niño pequeñoque, aunque nosotros establecemos las condiciones para evitar ese peligro, podría ser real.
Por tanto, podemos entender el rechazo al agua del niño pequeño como un acto de precaución y de autoprotección, lo cual es beneficioso para el niño.
Permitir estos actos de autoprotección es muy positivo, pues fomenta el desarrollo de habilidades relacionadas con el autocuidado, la autoprotección y, por tanto, la autoestima y la asertividad.
En resumen…
Es positivo permitir al niño rechazar el medio acuático.
Este rechazo es temporal, desaparecerá cuando el niño esté preparado y se sienta seguro.
No debemos tratar de forzar al niño a aceptar estar en el agua.
Es importante evitar exponer al niño a situaciones en las que sienta miedo o inseguridad.
Es esencial respetar el ritmo de exposición y experimentación del niño al medio acuático.
Es fundamental permitir acciones de autoprotección y autocuidado en los niños.