Volvimos del sanatorio con una bebita de cinco días que había estado dos de esos cinco, bajo la lámpara y tomando un poco de leche con jeringuita para no salir de la luz que tanto necesitaba.
Había bajado de peso un poco más de lo esperado y la jeringuita vino a casa con nosotros. Yo quería dar la teta. Mucho quería hacerlo. Entonces luego de cada toma, venía una jeringuita. Las familias que hayan pasado por esta situación saben que no es sencillo y que se suma al cansancio, que es mucho.
Habían pasado 5 o 6 días de Lulú en casa y no había hecho caca. “Un bebé de 10 días que no hace caca y no tiene ningún problema del aparato digestivo, está comiendo poquito”, me explicó la pediatra. ¿Cómo podía ser, si yo lo único que hacía era darle la teta? Frustración, cansancio, lágrimas. Pasamos a dos jeringuitas después de cada teta. Mi marido le daba las jeringas mientras yo me sacaba leche con sacaleche. Estaba agotada. No salía mucho. Pero no quería darle mamadera.
Llamé a Cristina, una asesora de lactancia que había conocido hacía ocho años, cuando Ana era bebé. Le dije “probemos a ver qué pasa ahora, no me voy a enloquecer, pero tengo ganas de seguir con la teta. Tal vez el relactador ahora sí sea una opción”.
Con mucha tranquilidad y amor, Cristina nos mostró cómo hacer un relactador casero. Estoy contando una historia personal. Nadie puede hacerlo sin asesoramiento de una profesional que pueda evaluar y seguir cada historia.
Una mamadera finita, la punta de la tetina un poco más abierta y una sonda muy finita. Pusimos en la mamadera la leche que Lulú tomaba con jeringa, metimos un extremo de la sonda en la mamadera prestando atención de que sobrara bastante del otro extremo, que sacamos por el agujero de la tetina. Habíamos armado nuestro primer relactador. Me lo puse entre las tetas, el corpiño lo sujetaba. Y apoyé el extremo de la sonda que quedaba por fuera de la mamadera en mi teta, cuidando que la punta de la sonda terminara justo en el pezón. Lulú se prendió al pecho y así tomó, al mismo tiempo, de mi teta y del relactador con total naturalidad.
Lulú ya tiene 15 meses y yo ya estoy re canchera. Si salgo con ella, llevo el relactador. Volví a trabajar y, cuando no estoy, la bebita toma mamadera. Pero cuando estoy con ella, toma teta con relactador. Se nos volvió natural.
No es lo mismo que dar la teta. Es menos práctico. El relactador hay que lavarlo, la sonda hay que lavarla con jeringa (por lo finita). Pero ésta fue la manera que encontramos mi beba y yo, de mantener la lactancia.
Hace poco en la plaza se acercó una nena y me vió armar el relactador. Me preguntó qué era y le expliqué que la beba tomaba de la teta y de esa manguerita al mismo tiempo. Esperó a vernos en acción. “Está buenísimo, toma teta con pajita”, me dijo.
Comparto mi historia en la Semana de la lactancia materna #SMLM2017 porque creo que aún nos falta mucho, a varones y mujeres, para no juzgar, para poder acompañar decisiones diversas, para no sentirnos mal cuando las cosas no salen como esperábamos (un clásico de la maternidad), y para buscar y pedir ayuda. ¿Cómo fueron sus experiencias?
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Si todavía no te llega, podés recibir Chicos y Papás en tu correo electrónico, ¡completamente gratis! Tenés que completar tu mail y poner las letras que aparecen (capcha). Luego te llegará un correo electrónico a tu casilla para que confirmes la suscripción y listo. Suscribite aquí a Chicos y Papás.
Seguinos en las redes sociales para enterarte siempre de los mejores programas. En Facebook Instagram y Twitter.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------