Las palabrotas son un "quebradero de cabeza" para los padres. Normalmente, no suele gustar a nadie que en plena visita a casa de unos amigos el niño o niña diga alguna palabra malsonante. A parte de la vergüenza que se pasa, nos da miedo que nos juzguen como padres y la educación que le estamos dando a nuestros hijos.
El otro día mi hija de diez meses dijo algo parecido a "puta"... Seguramente si se lo reforzáramos lo diría continuamente, como cuando aprendió a decir "mamá", "papá" o "hola". Ella no sabe que significa, pero sí puede darse cuenta de lo que provoca en su entorno y, por ello, repetirlo.
Así es como funciona en un primer momento el uso de las palabrotas en los niños, como medio para provocar "algo" en su entorno. Ya sea enfado, risa, asombro...cualquier reacción puede servirles para reforzar su conducta.
Los niños entre los tres y los cinco años comienzan a usarlas. Suelen ser épocas pasajeras que dependiendo del niño pueden variar en duración ( una semana- meses) e intensidad (muchas palabrotas-una).
A veces, algunos padres me han comentado la siguiente :" mi hijo dice palabrotas y en casa no decimos ninguna, debe haberlo aprendido en el colegio". Y, puede ser, si se relacionan con niños más mayores, o porque otros niños de su clase al igual que él están en esa fase de experimentación.
Podría comentaros cómo prevenirlas, pero considero que es bastante difícil pues a no ser que les tuviéramos metidos en una burbuja, observarán y aprenderán de los siguiente agentes socializadores:
- el entorno familiar: Ya os he comentado en muchas ocasiones que somos un modelo para ellos. Como nosotros actuemos, así lo harán. Así que, si nosotros utilizamos palabrotas en nuestro argot cotidiano, lo más probable es que ellos también lo utilicen.
- otros agentes socializadores: Debemos contar también con otras personas de la familia, amigos, otros niños, personas de la calle, la televisión...
Estas son las pautas que os recomiendo:
- Ignorar. Si ven que no provocan ninguna reacción en nosotros, dejarán de decir palabrotas. Así que hay que intentar aguantar la risa, el enfado... y continuar realizando la actividad que estábamos haciendo...Si lo repitiesen, que seguramente lo harán, nos seguimos haciendo los sordos o les decimos "no te entiendo, no sé lo que dices". Al final se acaban cansando. Este punto sobre todos para los más pequeños
- Darles palabras alternativas. A veces las utilizan, sin saber su significado para expresar emociones... Decirles que es mejor decir " estoy enfadado" o "no me gusta esto...."
- Ser un modelo adecuado. No se puede exigir algo que nosotros no cumplimos.
- No agobiarnos. Es una etapa y pasará.
- Si el niño es mayor 4-6 podemos hablar con él, aparte, cuando no haya nadie y explicarle la importancia de ser educados, el tratar bien a los demás, cómo se pueden sentir...
Si se alargase en el tiempo, tendríamos que trabajarlo a través de los registros de conducta, personalizado para cada niño.
Espero haberos ayudado con este artículo y que lo disfrutéis.