Seguramente te has preguntado en más de una ocasión cómo es posible que tu hijo no pare de hacer payasadas y probablemente te hayas sorprendido con alguna frase similar:
"¡Qué payaso es mi hijo! no para de hacer el tontorrón, con muecas, sonidos y bailoteos. En casa no es un problema pero en el cole ..."
Esta podría ser perfectamente la descripción de cualquier padre o madre respecto a su hijo de 5 o 6 años. Porqué en esta etapa nuestros hijos acaban sacando su pallasete en algún momento u otro. De repente empiezan ha hacer muecas, pedorretas, bailoteos, ... lo que les venga en gana en este instante.
En principio, que nuestros hijos hagan payasadas, no tiene nada de malo, ya que solo están exteriorizando parte de su ser. Se trata un comportamiento totalmente normal que forma parte del desarrollo de su personalidad y que lo utilizan, obviamente, para llamar nuestra atención. Lo que requiere de nosotros este tipo de conductas es, como siempre, paciencia.
Tal y como comento en el artículo publicado en este mismo blog "Niños y niñas de 5 a 6 años. Cómo son. Características evolutivas de los niños de entre 5-6 años"
es importante que, como padres, sepamos en qué momento evolutivo están nuestros hijos para saber cómo piensan, cómo sienten y qué es lo que podemos esperar de ellos. Sólo de este modo podremos comprenderles y ayudarles en caso que sea necesario. Solo de este modo lograremos no desesperarnos ante ciertas conductas o ante ciertas respuestas que puede que en principio no entendamos.
En esta etapa, nuestros hijos necesitan (al igual que en períodos anteriores) ser el centro de las miradas, el centro de atención, tener en exclusiva la mirada de mamá, de papá, abuelos, hermanos o maestros ... ¿por qué? Por una razón sencilla, ligada a su modo de entender el mundo, todavía muy egocéntrico, no olvidemos que ésta es una característica definitoria de la etapa infantil.
Llegado a este punto evolutivo, observaremos en nuestros hijos de entre 5 y 6 años, como el desarrollo de sus habilidades sociales van en aumento. A esta edad los niños y niñas de entre 5 y 6 años ya se relacionan con facilidad con otras personas: con sus amigos, con la familia, con los maestros, ... Y necesitan sentirse importantes para las personas que les rodean. Por este motivo quieren destacar, ser útiles, divertirse, compartir juegos y secretos con sus amigos y ... cómo no, en momentos determinados el pequeño payaso que llevan dentro aflora como por arte de magia.
El mejor estimulo o incentivo para que nuestros pequeños pongan en marcha sus habilidades artísticas es tener espectadores, tener público. Por lo que no nos debe extrañar que cuando tengamos visitas en casa empiecen a hacer alguna de sus monadas:
- trucos de magia,
- disfrazarse,
- canturrear o bailar,
- muecas imposibles,
- voces de bebés,
- imitar a cualquier persona o personaje,
- ....
¿Cómo debo actuar cuando mi hijo se comporta como un payaso?
A pesar que es posible que no nos agrade que nuestro hijo haga el payaso o esté todo el día actuando, debemos tener presente que este tipo de conductas tiene un papel importante en el desarrollo de su personalidad y que mediante la expresión de este tipo de comportamientos se activan capacidades expresivas y creativas.
Cierto es también que hay ocasiones en las que el comportamiento teatral de nuestros pequeños nos resulta de lo más gracioso y ocurrente, pero en otras puede sacarnos de nuestras casillas porqué no nos hace ni pizca de gracia. Sí, me refiero a aquellas conductas que suelen pasarse de la raya: bajarse los pantalones y enseñar el culete, tirar comida o agua por el suelo o ... cualquier conducta por el estilo que ya no entra dentro de lo que entendemos por una graciosa payasada si no a un comportamiento disruptivo o molestón. (Lo curioso es que este tipo de comportamiento lo observamos más en niños que en niñas, que suelen ser más vergonzosas o bien adoptan un papel más moderado en sus expresiones).
Obviamente detrás de todas estas conductas, ya sean meras payasadas o comportamientos menos aceptables, hay un objetivo común: llamar la atención o, mejor dicho, una necesidad de ser tenidos en cuenta. Como en todo, y esta no es una excepción, debemos fijar un límite. Evitaremos censurar por sistema todas las payasadas pero intentaremos que no se nos escape de las manos. procurando que no falte el respeto a nadie con sus actos o palabras, por lo que debemos inculcarle esta idea desde el principio, está bien imitar, cantar, bailar ... siempre que respetemos a los demás y no les molestemos. Nuestra actitud frente a sus payasadas será fundamental y les ayudará a modelar su carácter. Para evitar explosiones de excentricidad o histrionismo les prestaremos atención pero la justa, ignorarles en este caso no suele funcionar. Prestándoles cierta atención en sus momentos teatrales podemos transmitir que pueden ser divertidos y felices sin tener que llamar la atención constantemente con algunos de esos estallidos de excentricidad tan difíciles de controlar.
Recordemos que todavía son niños y que deben actuar como niños, no como adultos en miniatura. Así que permitámosles ser lo que son, niños. ¿Qué preferimos, un niño que de repente se ponga a cantarnos una canción o un niño apagado que no diga ni mu en todo el día? Yo sinceramente, prefiero el primero, ya que denota que un desarrollo saludable de su personalidad, un niño alegre, espontáneo, sin retraimientos, sociable y extrovertido.