Revista Diario
Se llama Ezequiel, tiene 24 años y es el único hermanito de una nena especial. Hoy tengo ganas de hablar de mi hijo menor. Siento que no pude dedicarle todo lo que él realmente necesitaba de su mamá. Más tiempo a su lado, más amor, más cariño, más todo. Siempre quisimos que fuera perfecto, una Psicóloga nos dijo una vez que eso pasa con los papás que tienen niños especiales. No es perfecto porsupuesto, porque ningún ser humano que exista sobre la tierra lo es, pero es una buena persona, un luchador, y lo más importante que me enorgullece todos los días de mi vida es lo mucho que ama a su hermana, estoy segura que daría su vida por ella. Nunca existieron reproches porque su mamá debía dejarlo para llevar a su hermanita al neurólogo, fisiatra, traumatólogo, kinesiólogo, y tantas otras actividades que mejorarían la calidad de vida de su hermana.Y ahora que su mamá está más tranquila, porque ya no recorre el país buscando al médico que lograra hacer caminar a su hermana, ya es papá, ya es un hombre maduro aunque tenga 24 años y no sé como hacer para acercarme más a él. Disfruto muchísimo esa nietita que me dió, pero mi deseo es compartir más cosas con él.
Amigas mías, debemos disfrutar mucho más a nuestros hijos esos pimpollitos que Dios nos dió para compensar la tristeza y el dolor que sentimos. Estemos presentes,seamos partícipes de toda su vida, en el jardín, los juegos, la escuela primaria y secundaria, la Universidad,no debemos permitir que se alejen, que sin olvidar que deben hacer su propia vida deben forma parte de este camino que emprendimos junto a nuestros hijos especiales y que nos acerca más a Dios.
Aunque pensándolo bien creo que es así como lo crié.