¿Hipoacusia? ¿Qué es eso? Pregunté de inmediato al escuchar por primera vez esa palabra. Por la expresión del pediatra, supuse que era algo que no me gustaría. ¿Mi hijo sordo? Fue la siguiente interrogante. En ese momento, me sentí dentro de un lugar inmenso y sin posibilidad de atender las explicaciones del especialista. Era mi forma de negar lo que acababa de escuchar, mi incapacidad para aceptar un problema real y concreto.
En el Perú alrededor de 300 niños son diagnosticados anualmente con sordera congénita o adquirida y en el mundo el número se eleva a 32 millones. La pérdida auditiva puede ser leve, moderada, grave o profunda, dependiendo del umbral auditivo del infante.
Existen dos tipos de pérdida auditiva: conductiva y neurosensorial. La primera es causada por la obstrucción del canal auditivo, es decir, del oído externo y medio. En ocasiones basta con retirar el cerumen o las secreciones, o –a lo sumo- con rectificar quirúrgicamente la deformación, para revertir el problema.
En cambio, la hipoacusia neurosensorial es irreversible y compromete al oído interno que trabaja coordinadamente con el nervio auditivo, por eso se le conoce también como perceptiva. Si el nervio no recibe estímulos, se atrofia envolviendo al niño en una sordera profunda, que –en algunos casos- ni con la ayuda de implantes puede ser superada.
DETECCIÓN
Además de las atenciones en instituciones privadas, existen iniciativas por parte del Estado para diagnosticar tempranamente e incluso revertir la sordera infantil. Uno es el Programa Nacional de Manejo Temprano de la Hipoacusia, impulsado por ESSALUD, que consiste en la colocación de 250 implantes cocleares al año. Otro es el Programa de Detección Precoz de la Sordera, promovido por el Hospital 2 de Mayo, con la finalidad de evaluar la calidad auditiva de los recién nacidos, aplicando las emisiones otoacústicas y los potenciales auditivos evocados. La primera de ellas, recoge las respuestas de la cóclea, ubicada en el oído interno. Y la segunda, evalúa la reacción del oído y el cerebro a los estímulos auditivos emitidos.
La audiometría, aplicada en niños más grande, permite también conocer con precisión cuál es la frecuencia, tono y volumen a los que estarán programados los audífonos o el implante. Información valiosa para el profesional audiólogo, quien tendrá a su cargo ajustar dichos valores al aparato electrónico necesario para la discapacidad.
PRÓTESIS
Suele ser muy perturbador para los infantes acostumbrarse al uso permanente de las prótesis auditivas, pero quizá lo sea aún más para los padres, que deben luchar para que las acepten. Más de uno podría contar la experiencia de haber llorado junto a su hijo o incluso admitir que no se lo colocó durante algunos días. Debemos comprender que sólo así los niños y niñas sordos, pueden incorporar naturalmente los patrones fonológicos, los elementos lingüísticos y la estructura de la lengua oral, de lo contrario los estaremos condenando a un mundo de silencio y a aprender sólo el lenguaje de señas.
El uso de audífonos o la colocación de un implante coclear dependen del nivel de audición. Los audífonos son dispositivos externos, utilizados para sorderas parciales. Mientras que el implante coclear –llamado así porque estimula la cóclea- tiene una parte interna y otra externa y debe ser puesto mediante un procedimiento quirúrgico en niños no mayores de cuatro años de edad y con sordera profunda, pero que aún tienen restos auditivos.
INTERVENCIÓN TEMPRANA
La intervención es el siguiente paso. Debemos inscribir al niño en terapias auditivas y de lenguaje en centros especializados. Es importante mantenerlo activo y en contacto con sus pares oyentes, incluyéndolo de preferencia en una escuela con poco alumnado, haciéndolo participar de juegos en la casa, el parque o en fiestas infantiles. En fin, todo lo que le permita entender cada uno de los objetos de su entorno.
Pero el agente más importante en esta recuperación, es la familia. El clan debe repetir constantemente la estrategia de la terapia en casa a manera de juego y mientras el niño permanezca atento.
La tarea es ardua, pero no debemos desmayar en el intento. El regalo del lenguaje le abrirá puertas al niño y le ayudará a desarrollar habilidades que le servirán toda la vida.
Soledad Robles
Comunicadora Social