Pues si, como ya os he comentado en alguna que otra ocasión mi hijo tiene verdadero terror a los médicos.
De todos es sabido que esto no es una cosa extraña en muchos niños, es uno de los miedos más habituales que tienen los más pequeños, y también lo considero normal.Imaginaos que os llevan a una consulta donde un señor de bata blanca os desnuda, os tumba en una camilla y encima vuestros padres (los que se supone que son vuestros protectores) os sujetan de pies y manos, incluso a veces hasta la cabeza, para que no podáis moveros ni lo más mínimo mientras este señor os toca, os mete un palo por la garganta, os pone una luz en los ojos, os mira los oídos….AHHHH!!! nada más de pensarlo me estoy poniendo mala!, imaginaos lo que esto puede suponer para un bebé o un niño pequeño que no entiende que no le están haciendo nada malo, se siente indefenso y para colmo sus padres ayudan a ello. Luego, por suerte, se les pasa rápido, tan tan rápido como lo que su mamá o papátardan en vestirlo y lo abrazan y besan o su mami le da tetita. Gracias a Dios los niños tienen esa capacidad, cuando el peligro pasa vuelven a estar felices y contentos.
Pero creo que en el caso de mi hijo está incluso justificado, os explico.
Cuando era un bebé pequeñito y hasta eso de los seis meses más o menos no tuvo ningún problema al llevarlo a la consulta del pediatra, incluso reía a carcajadas y estaba completamente tranquilo.
Durante ese mes tuvo una pequeña otitis por lo que lo llevamos al pediatra, lo revisó, parece que le dolió y rompió a llorar, Lo que realmente me fastidió es que junto al pediatra se encontraba una chica de prácticas a la que le pidió que también lo revisara, nuestro error fue no negarnos a ello, porque ella lo volvió a mirar y ya no solo lloraba sino que chillaba.Desde ese día cada vez que vamos a su consulta rompe a llorar nada más entrar.
El pediatra siempre ha tenido paciencia (hombre, para colmo) aunque ya había soltado alguna vez alguna frase del tipo “¡coño con Alejandro!” ( muy educado él…) pero ya os conté en mi post lo que pasó en su última visita, cómo, lejos de intentar calmarlo y de verlo en mis brazos nos invitó a sentarnos de cara a la pared para que “no viera que le hacíamos caso”…. Como comprenderéis, mi hijo no es tonto y se dio cuenta, desde ese día la cosa ha ido a peor, tanto que ya no sólo tiene pánico a que lo lleve a su consulta y lo agarre para que lo revise, sino también a que lo sujetemos en casa sea para lo que sea.
También es verdad que a cierta edad los niños no soportan que los sujetes, ni siquiera que los cojas en brazos, quieren sentirse libres y sueltos y no les gusta sentirse atrapados, pero lo de mi hijo no es molestia, es verdadero pánico a que lo sujeten, imaginaos el drama…No podemos cortarle las uñas, no podemos cortarle el pelo, si vamos a algún sitio o estamos en la calle no podemos soltarlo en ningún sitio ni muchísimo menos sentarlo en algún banco o cosas así, ya ni hablamos de tumbarlo en algún lugar que no sea su cama, entonces sus chillidos son verdaderamente terroríficos.
Estos momentos son muy duros para él, porque no es molestia, ni enfado, es pavor, es terror y por tanto, estos momentos se convierten también en sufrimiento para nosotros.Ahora, para colmo, y después de su gastroenteritis y de su ojito hinchado, problemas por los que tuvimos que acudir varias veces al servicio de urgencias del hospital maternal, la cosa ha empeorado aún más.Si, pensaba que no podía ir a peor pero así ha sido.En urgencias el llanto desconsolado se convirtió en verdaderos gritos de terror.A día de hoy tiene miedo a todo L y eso nos está matando…
Ayer, tuve que ir con él a correos a recoger un paquete, nada más al entrar en el ascensor se puso a llorar, al entrar en correos y verse en un sitio extraño lleno de gente comenzó su miedo y empezó a llorar y gritar sin posibilidad de consuelo, hice todo lo que estaba en mi mano para que se calmara, incluso darle su “teta mágica” que hasta ahora siempre siempre había servido para calmarlo, nada, no había manera, se abrazó a mí con todas sus fuerzas y no podía dejar de chillar….imaginaos su miedo y mi gran dolor e impotencia…se pasa verdaderamente mal, encima la gente te mira como si fueses una mala madre o algo así por no poder callar a tu hijo o simplemente porque les molesta escucharlo. En vez de poner caras bien podrían haberme dejado pasar antes de que llegara mi turno y no hacer sufrir de ese modo a mi hijo, pero no…para variar nadie lo hizo.Aún así la mujer que atendía me pasó y nos dio el paquete antes de tempo dejando a todo esos con cara de pocos amigos, cosa que me importó bien poco.
Ahora no podemos entrar en ningún lugar que no conozca bien, en ninguna tienda pequeña, ¡tiene miedo! Y no sabemos qué hacer frente a esto.Incluso hoy, en casa de mis padres, lugar que conoce y controla perfectamente, al despertar de su siesta se ha sentido extraño y le ha vuelto a entrar el ataque de pánico.Estamos realmente preocupados pero, claro, ¿llevarlo al pediatra?, ¿Qué nos va a decir?, ¿Qué nos volvamos de cara a la parede de nuevo e ignoremos el llanto desgarrador de mi hijo también en casa?, porque, muy “estivilliano” él…mucho me temo que será lo que nos dirá, sino eso algo parecido…
Quería compartir esto con todos vosotros en parte para desahogarme y también para que me contéis vuestras experiencias si alguien ha vivido algo parecido.Un abrazo y gracias por leerme.