Revista Cómics
Me temo que en esta ocasión no voy a hacer una reseña al uso, básicamente porque poco más puedo añadir a lo que ya dijo -con tan buen criterio- mi compañero y amigo Chacal en este enlace. Sólo diré que cuando vi esta película, no me emocionaba tanto en un cine desde que en su día acudí a los estrenos de las dos primeras de la trilogía de Sam Raimi, en 2002 y 2004, respectivamente. Y como veis, ya ha llovido lo suyo.
Sí, amigos: yo, que en absoluto me considero una persona demasiado efusiva en lo que a manifestaciones públicas se refiere, confesaré sin rubor alguno que durante el visionado de Spider-Man: No Way Home hubo al menos tres o cuatro momentos donde aplaudí a rabiar... y podéis creerme si os digo que al hacerlo no me quedé solo. Pero... ¿qué otra reacción cabe esperar cuando una cinta destila tales niveles de emoción y emotividad? ¿Cómo quedarse impasible ante un film que nada tiene que envidiar a la calidad de la trilogía de Capitán América o las dos últimas entregas de Los Vengadores?
Como ya hizo sabiamente Chacal en su reseña, yo tampoco voy a destripar aquí si cierto rumor que ha sonado hasta la saciedad es real o no. Creo que es mejor que eso lo descubráis por vosotros mismos, y no será un servidor quien rompa la magia privándoos de tal privilegio.
Dejando eso a un lado, he de decir que una de las cosas que MENOS me gustaba de las dos pelis previas de Tom Holland era lo tecnológico que era su Spider-Man. Algo que a mi humilde entender choca diametralmente con lo que se supone que ha de ser el arácnido: un héroe de barrio y con recursos más que limitados. Pues bien...
¡ATENCIÓN SPOILER! (si sigues leyendo a partir de aquí es bajo tu entera responsabilidad)
al final de esta tercera entrega esto se resuelve con algo tan simple como es una máquina de coser y unos sencillos retales de tela. Quizás a más de uno pueda pareceros una chorrada, pero es un detalle que a mí me supo a gloria, pues es toda una declaración de intenciones respecto al tono que podría tomar una hipotética continuación de este Spidey de Holland, aproximándose -ahora sí- a lo que muchos pensamos que debería ser el Hombre-Araña.
Nuff Said.