Buenas tardes, queridos lectores y seguidores. Este día les presento la segunda entrega, y espero última, de mis experiencias con Jorge, mi amado sobrino de 16 años, a quien se le detectó, a una edad temprana, hiperactividad y déficit de atención y, posteriormente, síndrome de Asperger. Estoy confiado, también, que pueda subir imagen, ya que en las últimas 3 publicaciones no se ha podido, ignoro la razón. Pues bien, tal y como relaté, en la primera entrega, los primeros años de vida de Jorge con nosotros, fueron , aparentemente, normales, los de un niño sin mayores complicaciones, que una incapacidad de mantenerse quieto y de fijar la atención en tareas específicas, típicas manifestaciones de los padecimientos que él tenía. Ritalina, para que se calmara y otro fármaco cuyo, nombre no recuerdo, era su medicación diaria. Cada momento era un desafío, con la elaboración de tareas y la obediencia, las cuales cumplía a menos del 40%. LLegamos al año 2010, cuando mi hermana Claudia, madre de él, decide tomar la arriesgada aventura de migrar a los Estados Unidos y contraer nupcias con un estadounidense, a quien había conocido en línea, para que le pudiera ayudar a que mi sobrino se fuera a ese país y así tener un mejor futuro. La idea no parecía que traería consecuencias devastadoras, hasta que el tiempo se fue alargando hasta casi 9 años, pues este 8 de noviembre del pasado 2018, George “voló”, al lado de su madre, hasta el estado de Ohio y la vida completa de él está mejorando al 100%. Ahora bien, el tiempo delicado y crítico fue lo que ocurrió en esos 8 años sin ver a su madre y , en eso , me quiero enfocar en este relato. A partir de 2011, mi sobrino comenzó a experimentar cambios dramáticos en su forma de actuar que nos desconcertó a todos los que nos habíamos quedando viviendo con él, mi hermano mayor y mi persona y, al mismo tiempo, era cuidado por una “muchacha” o trabajadora doméstica. Comenzó , a partir de los 10 años, a comportarse más desobediente y se enojaba con facilidad; de hecho, a la única persona que obedecía era a su madre quien ahora ya no estaba, aunque siempre se comunicaba con él. Cierto día, cuando íbamos a un supermercado cercano a comprar alimentos, George me comenzó a hablar de una forma prepotente y maleducada, como nunca antes lo había hecho, situación que generó, en mí, desconcierto y, ¿por qué no decirlo?, también mucha ira. Mi reacción fue, propinarle un golpe muy fuerte en su estómago, experiencia de la cual me arrepentiré hasta el final de is días porque eso, simplemente, empeoró su carácter explosivo que se mostraría de una forma patológica hacia mí, pocos años después. En el 2014, había crecido una cabeza más, y su fuerza aumentaba mucho. En una ocasión, por responderme mal y no querer obedecer, me tuve que luchar con él y, para ser sincero, fue la última vez que yo pude sojuzgarlo, un poco, con mis fuerzas. Aquí no mencioné que , en el 2013, yo perdí el trabajo y mi hermana ya no pudo seguir mandando dinero para que él continuara en el colegio donde tenía cerca de 4 años de estudiar, pues sólo para matricularse allí son cerca de $700, cantidad de la que ninguno de nosotros disponíamos. Eso fue duro, pues dejó de ver a sus pocos amiguitos que tenía. Desde ese momento, nunca más quiso volver a estudiar, tomó una aversión total contra todo lo que tuviera que ver con colegios, escuelas o instituciones en las que tenía que interactuar o relacionarse con los demás; de hecho, yo intenté que estudiara , de nuevo, en lugares más baratos, pero fue infructuoso. Todos lo comenzamos a “etiquetar” como holgazán e irresponsable, pero, realmente, era un síntoma de un padecimiento conocido como síndrome de Asperger, caracterizado por una incapacidad para poder relacionarse con los demás. Desde el 2013 hasta el 2018, George, se mantuvo sin escolaridad y fue en esa etapa cuando, él y yo, sufrimos las mayores consecuencias de esta situación que, “a DIOS gracias”, terminó el año pasado. Su enojo y rabia, iban en un ascenso exagerado. No obedecía, ni a mi hermano mayor, habían peleas nocturnas hasta altas horas de la noche. Todo era un completo ” infierno”. En muchas ocasiones de estas tantas peleas domésticas, él salía al patio de mi casa y le arrojaba piedras a las ventanas. Mi hermano hablaba por teléfono a mi hermana, hasta los Estados Unidos, y , enfrente de George, le daba queja de lo estaba haciendo y esto , solamente, lo enfurecía mucho más. En pocos años, ya a los 13, Jorge había pasado de un niño desobediente, hiperactivo y con poca atención, a un adolescente rebelde, agresivo , impulsivo y sin ninguna disciplina ni objetivo para su vida. Por lo menos hasta los 9 años, era feliz y disfrutaba de las cosas sencillas de la vida, pero, después, entró en una espiral hacia abajo, de depresiones continuas. Todos los días eran peleas eternas, a cualquier hora, pero, principalmente, durante la madrugada, porque él no quería dejar la computadora, era desobediente en su máxima expresión. Una característica básica en él, era que no me obedecía en lo más mínimo y yo era quien lo cuidaba más. En el 2015, mi hermano Luis, no soportó más esta situación y se fue de casa, dejándome a mí sólo con George, y lo más triste estaba por venir, pues él ya había comenzado a agredirme físicamente. Del 2016 al 2018, nos tocó vivir un infierno a Jorge y a mí. Yo por aguantar sus golpizas y él por sufrir depresiones seguidas, que poco a poco se iban aumentando, por su incapacidad de relacionarse con los demás, pues cualquiera diría que no estudiaba por holgazanería. pero era por tener esta condición de Asperger. Podíamos estar, tranquilos , conversando y él saliendo de un momento depresivo, pero, de repente, me golpeaba con la primera cosa que tuviera a su alcance , me los tiraba en la cara, de hecho, varias veces me desangró y me dejó moretones. En 2 ocasiones me obligó a llamar a la policía, pero cuando llegaban les decía que se había calmado, ¿por qué hacía esto?, porque sabía que si se lo llevaban , su proceso de migrar hacia los Estados Unidos se venía abajo. Esta agresividad se aumentaba, con fuerza, por sus estados depresivo. Esta agresividad y violencia se manifiesta en niños con síndrome de Asperger.
Bueno, amigos lectores,para no cansarlos, haré una pausa aquí y continuaré este triste relato el día de mañana. Ahorita veré si me sube la imagen. Si no, talvez, alguien me puede ayudar a corregir esta dificultad. Tengan un buen día.