Revista Diario
Volviendo al tema de los niños, durante una época de tu vida te ganabas la vida haciendo canguros y dando clases particulares, un dinero que iba la mar de bieny que no te costaban nada de ganar. Te salía solo el trabajo, sólo tenías que tener paciencia y transmitir unos valores que te parecían los correctos, los que normalmente son correctos: ser educados, portarse bien, medidas de higiene, hábitos en la mesa, ayudarlos a hacer los deberes de la escuela. Los padres de estos niños confiaban en ti, y a ti no te costaba el trabajo porque eran los valores que veías en casa. Las llegabas a querer, a estas criaturas; cuando los dejabas porque te salían otras cosas o no podías con tantos canguros, durante un tiempo los echabas de menos. Más de una vez te preguntabas si alguna persona que te veía por la calle con aquellos niños y niñas se pensarían si eras una madre joven. Y era un trabajo agradecido. Te gustaba, muchísimas chicas (más que chicos, por lo que yo vivía entonces) hemos hecho de canguro en algún momento de nuestras vidas; éramos responsables durante un rato de niños pequeños, y no nos hacía falta un manual. Seguir unas instrucciones de los padres, pero el resto lo hacía nuestro mismo instinto y nuestra propia educación; al menos mi experiencia es de no haber tenido nunca ningún problema. Incluso había unos padres que me dejaban traer una amiga para que no me aburriera cuando hacía de canguro por la noche.Y no hay que haber pasado por un periplo de tener cien relaciones y acabar en una página de contactos para darte cuenta que este sentimiento está allí. Una desazón interna, que te hace pensar a menudo, cuando ves a niños por la calle, cuando estás con tus sobrinos o tan sólo la desazón de tus propios recuerdos, sentimientos y sensaciones. Puedes tener una pareja que no quiera tener hijos, o una pareja que no te llene. Puedes negarlo e intentar convencerte. Pero el sentimiento seguirá estando allí, arañando. Y puedes cometer el error de negarlo largo tiempo, pero sólo será esto, una negación.O el error de seguir esperando que tu pareja se decida a tener hijos. Para un hombre no es importando el factor tiempo; para una mujer, sí. Y la gran equivocación es tener un hijo con alguien que no quiere tener.