Revista Diario
Y allí estás, reunida con la familia para hacerte la prueba. La mañana ha sido extraña. De alguna manera aquel día quieres que sea especial, quieres vivir y sentir todos los minutos. En el trabajo te has intentado distraer al máximo, te parecía que sería una mañana larguísima, pero pasa volando. Te vas a comer a casa de tu hermana, y allí estará todo el mundo. A pesar de que no tienes mucha hambre, comes a gusto y tranquila, esperando a las cinco de la tarde que abran las farmacias. Vas a comprar unos helados para hacer tiempo y porque seguro que habrá algo para celebrar, y tú ya no podrás beber alcohol, y después compras el test del embarazo. Pides el más seguro y la farmacéutica dice que hoy en día todos son seguros. Tú quieres una caja donde haya dos, por si acaso, pero no tienen. Te acabas llevando un test digital que te dice de cuántas semanas estás, y que parece que es muy fiable.
En casa, todo el mundo está nervioso y expectante. Tú sigues pensando que estás embarazada... pero cinco minutos antes de hacerte la prueba te invaden los nervios. No sabes si es el momento (“quizás de aquí a media hora...”). No quieres hacértela por miedo a no estarlo. Pero, de repente, saltas del sofá seguida de la mitad de la familia, hacia el lavabo. Y allí estás, en el lavabo pequeño, con tu hermana, tu sobrino y tu sobrina. Con un calor insoportable, intentas hacer un pipí con el test en una mano... Tu sobrino con un cronómetro para contar diez segundos que tienes que estar haciéndolo para que el test funcione bien, tu hermana sudando y tu sobrina diciendo:
- No sale.
Pues no, no sale, hace rato que te estás haciendo pipí, y ahora no sale. Tu madre y tu cuñado fuera del lavabo preguntando que qué pasa. Sales y dices:
- Pues que no sale.
- ¿Qué no sale? – te pregunta la parte de la familia que se ha quedado fuera.
- Pues el pipí – contestas un poco trastornada.
Volvemos hacia la sala, y tu hermana, que ya es experta en esto de tener criaturas, te dice:
- Esto es que tienes miedo de no hacer bastante y que el test no salga bien.
Coge las instrucciones y se da cuenta que también se puede utilizar un vaso y dejar el test veinte segundos. Si no sale bastante, se prueba más tarde.
En casa, todo el mundo está nervioso y expectante. Tú sigues pensando que estás embarazada... pero cinco minutos antes de hacerte la prueba te invaden los nervios. No sabes si es el momento (“quizás de aquí a media hora...”). No quieres hacértela por miedo a no estarlo. Pero, de repente, saltas del sofá seguida de la mitad de la familia, hacia el lavabo. Y allí estás, en el lavabo pequeño, con tu hermana, tu sobrino y tu sobrina. Con un calor insoportable, intentas hacer un pipí con el test en una mano... Tu sobrino con un cronómetro para contar diez segundos que tienes que estar haciéndolo para que el test funcione bien, tu hermana sudando y tu sobrina diciendo:
- No sale.
Pues no, no sale, hace rato que te estás haciendo pipí, y ahora no sale. Tu madre y tu cuñado fuera del lavabo preguntando que qué pasa. Sales y dices:
- Pues que no sale.
- ¿Qué no sale? – te pregunta la parte de la familia que se ha quedado fuera.
- Pues el pipí – contestas un poco trastornada.
Volvemos hacia la sala, y tu hermana, que ya es experta en esto de tener criaturas, te dice:
- Esto es que tienes miedo de no hacer bastante y que el test no salga bien.
Coge las instrucciones y se da cuenta que también se puede utilizar un vaso y dejar el test veinte segundos. Si no sale bastante, se prueba más tarde.