Pero... ¡allí está! Un embrión de siete semanas, que hace doce milímetros y el corazón le va a ciento cincuenta latidos por minuto. Lo ves todo en una pantalla enorme, ante ti. Un momento único, inolvidable. La felicidad es máxima. Te cambias cuando acaba la consulta con la gran tranquilidad de que todo va muy bien.
Después enseñas con orgullo la secuencia ecográfica. Te la miras y remiras. Ves aquella pequeña cosita y te emocionas. Es increíble. No puedes dejar de recordar el momento que escuchas el corazón de tu hijo o hija. Ha sido el mejor momento de tu vida, pero sabes que habrá muchos más momentos felices.
Al día siguiente vas al médico, con la ecografía y el informe. Todo está correctísimo, todo va muy bien. Sólo pides algo para las náuseas y los vómitos, que es lo que más te preocupa, porque te hace sentir mal. Bien es verdad que en mi caso han llegado a ser fuertes, las arcadas; me he encontrado por el piso como si estuviera poseída, con unas arcadas impresionantes, yendo arriba y abajo, con ascos... un auténtico panorama... Creo que mi problema son los olores, me molestan una larga lista de olores que nunca me habían molestado, y he cogido manía a algunas comidas. Pero llevo una dieta equilibrada donde evito comer lo que no me apetece.