Revista Diario
He tenido la gran suerte de estar en un entorno que, en general, lo ha entendido. No es una cosa que me preocupe mucho que la gente lo entienda o no, pero sí me gusta el hecho de poder explicarlo y que la gente no se sorprenda. De hecho, me gusta que cuando lo explico haya personas que me digan que conocen a tal o cual mujer o pareja que han seguido técnicas de reproducción asistida y que les he ido de esta o de aquella manera. Ojalá se hablara más y con más naturalidad de estos procesos. Quizás habría gente que podría compartirlo con más personas. Hablar y compartir comporta naturalidad. Pero, desgraciadamente, todavía hay individuos que te dicen:
- ¿Estás embarazada? No sabía que tenías pareja.
Tanto hombres como mujeres hacen este tipo de comentarios.
O los que presuponen que la tienes:
- El padre de la criatura debe de estar súper contento.
Si contestas:
- No sé quién es.
... no creo que piensen en un primer momento que te has hecho una inseminación; más bien pensarán que eres “una mujer vida alegre”.
Lo que pasa es que, normalmente, yo lo digo tal cual es:
- No, ha estado por inseminación.
Sí me ocurre que cuando veo a una persona que me lo pregunta, que casi no la conozco, y que noto cierto cotilleo en sus palabras o un tono que no me acaba de gustar, no me molesto al ser tan clara, porque me es absolutamente igual lo que piense. Hay gente que, verdaderamente, no me interesa en absoluto tener cerca, cuanto más lejos mejor. Quiero sentirme a gusto, tranquila, en todo este proceso, con gente que me quiere y a la cual quiero.
Dentro de lo que cabe, entiendo que el tema de la pareja, heterosexual, se considere “lo normal”, “lo frecuente”, “aquello socialmente establecido”. Por eso reivindico el tema de hablar con naturalidad del tema de las técnicas de reproducción asistida, porque la realidad es que mucha gente acude a los centros de reproducción humana en busca de ayuda, sea cuál sea. Esta realidad la he visto con mis propios ojos.
Y, desde mi experiencia, sólo puedo animar a todas aquellas personas que de verdad lo quieran: ¡adelante! Que se dejen de tabúes y dejen de lado la incomprensión. En pareja o sola, se tiene que mirar por uno mismo. Que una vez decidan ir a una clínica les garantizo que se sentirán muy atendidos y muy comprendidos. No serán ni mejores ni peores, ni diferentes ni especiales. Sencillamente eres una persona más, puesto que en estas clínicas todo el mundo acude con un objetivo: una ayuda para tener un hijo, sea cuál sea esta ayuda.
- ¿Estás embarazada? No sabía que tenías pareja.
Tanto hombres como mujeres hacen este tipo de comentarios.
O los que presuponen que la tienes:
- El padre de la criatura debe de estar súper contento.
Si contestas:
- No sé quién es.
... no creo que piensen en un primer momento que te has hecho una inseminación; más bien pensarán que eres “una mujer vida alegre”.
Lo que pasa es que, normalmente, yo lo digo tal cual es:
- No, ha estado por inseminación.
Sí me ocurre que cuando veo a una persona que me lo pregunta, que casi no la conozco, y que noto cierto cotilleo en sus palabras o un tono que no me acaba de gustar, no me molesto al ser tan clara, porque me es absolutamente igual lo que piense. Hay gente que, verdaderamente, no me interesa en absoluto tener cerca, cuanto más lejos mejor. Quiero sentirme a gusto, tranquila, en todo este proceso, con gente que me quiere y a la cual quiero.
Dentro de lo que cabe, entiendo que el tema de la pareja, heterosexual, se considere “lo normal”, “lo frecuente”, “aquello socialmente establecido”. Por eso reivindico el tema de hablar con naturalidad del tema de las técnicas de reproducción asistida, porque la realidad es que mucha gente acude a los centros de reproducción humana en busca de ayuda, sea cuál sea. Esta realidad la he visto con mis propios ojos.
Y, desde mi experiencia, sólo puedo animar a todas aquellas personas que de verdad lo quieran: ¡adelante! Que se dejen de tabúes y dejen de lado la incomprensión. En pareja o sola, se tiene que mirar por uno mismo. Que una vez decidan ir a una clínica les garantizo que se sentirán muy atendidos y muy comprendidos. No serán ni mejores ni peores, ni diferentes ni especiales. Sencillamente eres una persona más, puesto que en estas clínicas todo el mundo acude con un objetivo: una ayuda para tener un hijo, sea cuál sea esta ayuda.