Revista Diario
Otro ejemplo, de índole diferente: también hoy en día, seas hombre o mujer, en esto no hay distinciones, todavía hay que oír, en la boda de algún hermano, primo o amigo: - ¿Y tú cuándo? - acompañado de un buen pellizco de mofletes por parte de la tía lejana, o cercana, que sólo ves por Navidades, que encima es soltera y no ha tenido hijos.Pero como formamos parte de la generación que somos respetuosos con la gente mayor, callamos, forzamos una sonrisa y hacemos ver que nos llaman al móvil o que hemos visto un conocido que hacía siglos que no veíamos. Y entonces nos quedamos pensativos, reflexionando, y empezamos el famoso discurso que hace tiempo vamos preparando: - Pero si yo estoy bien así. Tengo libertad, un buen trabajo, y mi madre aún me hace la cama. Mi padre me ayuda si no llego a final de mes y soy la mar de feliz – mal vamos cuando alguien dice que es feliz. Hay momentos de felicidad, pero cuando las personas tienen la palabra "felicidad" en la boca a veces significa que no se es mucho.y un buen día lo llegas a decir de manera muy continua: - Soy feliz así, estoy la mar de bien. Y la tía de turno se te queda mirando como diciendo: - Je, je, je, no te lo crees ni tú. Y en la siguiente boda donde está la tía, has podido convencer a un amigo, bien, de hecho le has tenido que comprar el traje, que te acompañe, y la tía te dice, sin pensarlo: - ¿No estabas tan bien de aquella manera?Y te entran unas ganas de decirle de todo, pero recouerdas que somos la generación de los respetuosos con la gente mayor...