Revista Ciclismo
Cuando me metí en el mundo de la bicicleta y de la competición enseguida supe quién era Lance Armstrong. Me parecía un buen ciclista, que había sido capaz de ganar siete Tour de Francia consecutivos después de superar un cáncer, pero que su tiempo ya había pasado. El año pasado, cuando en plena Vuelta todos nos enteramos de que iba a volver, lo remató.
Ahora, a poco más de un mes para dar comienzo a la temporada ciclista, ya está armándola. Parece que Armstrong todavía conserva las altas temperaturas del Tour del Francia, porque todavía sigue tocándole las narices a Alberto. Ya debe de haber vuelto de vacaciones, y ya está enfilando otra vez a Contador. Ha llegado a declarar que "mi mala relación con Contador es real".
Quiere así dejar de lado la nube de humo que se instaló en el entorno del Astana durante la ronda gala y pretendía camuflar el tenso ambiente que se respiró durante la convivencia de Armstrong con Contador. "No es inventada", repite el tejano. Está claro que tanto Lance como Alberto no son compatibles, como el fútbol y la natación. ¿Sabéis lo que ha dicho Armstrong? "Creaba algún conflicto, para dar más competitividad a la carrera", admite. "Solía crear cosas...". Y pese a todo, dice que no es tan rebelde como antes (pues mejor no saber cómo era antes). "Ahora soy una persona diferente a la que era hace diez años", dice, haciendo referencia a su cambio de "humor".
Cuando Alberto perdió la París-Niza, Lance enseguida salió diciendo que es que era un inexperto. ¿Y qué quiere? Tiene 26 ó 27 años, pero seguro que ya sabe mucho más que él de ciclismo, solo que es más inteligente y se sabe callar.