Revista Medio Ambiente

Mi mejor autorretrato

Por Davidalvarez
Mi mejor autorretrato
Hace un par de días me encontré con esta foto que hice hace varios años, en ella aparecía una maraña desordenada de rayitas de color rosa. Esa imagen era mi propio cariograma, que es la representación de mi cariotipo, es decir mi patrón cromosómico. Esas 46 rayitas son mis cromosomas, que son iguales dos a dos, por lo podemos decir que mi cariotipo está formado por 23 pares de cromosomas (ya que soy un animal diploide), los mismos que aparecen en cada una de las células de mi cuerpo (salvo en mis glóbulos rojos).
Esos 23 pares de cromosomas son las estanterías de una gigantesca biblioteca donde se almacenan más de 30.000 libros (genes), que tienen las recetas precisas para fabricar miles de proteínas que serán las que determinen todo lo que yo soy: ellas darán color a mis ojos, definirán mi estatura, el tono de mi voz, mi carácter, la forma de mis orejas, mis manos, mi nariz y mis pies, o mi evidente propensión a mi calvicie. Pero también determinan muchas cosas que no se ven a simple vista, como la posibilidad de desarrollar una enfermedad en el futuro. Y probablemente en alguna de esas páginas esté escrita con bastante precisión la fecha de mi muerte. A pesar de todo, el ambiente en el que me desarrolle tendrá un importante efecto en como se expresen mis genes, de forma que el resultado final (mi Fenotipo), será la suma del Genotipo más el Ambiente.
Todos los seres vivos, desde un hongo a un ser humano, tienen guardada en cada una de sus células una de estas bibliotecas, única e irrepetible (salvo los gemelos univitelinos). Pero esas bibliotecas tienen muchos libros repetidos, casi el 60% son iguales que los que aparecen en la biblioteca de una mosca, y de esos 30.000 libros de mi biblioteca, sólo 300 (menos del 1%) son diferentes de los de la biblioteca de un ratón, y son aun menos los que no están repetidos en la biblioteca de un chimpancé. Y toda esa biblioteca cabe dentro del núcleo de una célula que tiene un diámetro de tan sólo unas centésimas de milímetro.
A lo largo de millones de años de evolución se ha ido escribiendo toda esa enorme enciclopedia, se han incorporado nuevas páginas, se han eliminando otras y también se produjeron erratas. Y toda esa información se fue pasando de padres a hijos durante millones de generaciones, desde una bacteria hasta llegar a mi, todo ello gracias a un proceso que Charles Darwin definió hace 150 años como "selección natural", sin necesidad de acudir a magos, diseñadores o dioses. No hacen ninguna falta y esa es la mejor magia.

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