Como que en esta época se publican bastantes noticias sobre bodas, hace unos días me acordé de la mejor boda de mi vida. No fue la mía. Mi boda fue la más importante, pero no la mejor. Fue una boda normal, todo el mundo se lo pasó bien y se gastaron bromas pesadas, sobre todo con el novio que era yo.
Me refiero a la boda del hijo de unos primos míos, que se celebró en Granada. Aunque ha vivido buena parte de su vida en Madrid, mi primo es granadino de pro y con solera. Hace bastantes años, a mi esposa y a mí nos mostró la Granada para granadinos y ha sido uno de los viajes más agradables e interesantes de los muchos que he hecho en mi vida.
Usando su habilidad natural y sus conocimientos del quien es quien en Granada, mi primo consiguió que le autorizasen a celebrar el convite en un gran patio de lo que parecía un instituto de enseñanza media en el barrio del Albaicín, que era como un inmenso balcón situado justo al otro lado de la vaguada del rio Darro frente a la Alhambra y a su misma altura. La boda se celebró en una preciosa y antigua capilla de cuyo nombre desgraciadamente no me acuerdo, y el convite fue por la noche con la Alhambra iluminada, y os podéis imaginar el telón de fondo de que disponíamos los invitados. Por si tenéis dificultad para imaginároslo, el escenario era más o menos el de la siguiente foto, solo que era todavía mejor porque esta foto es bastante oscura y aunque las noches de verano nítidas, claras y muy agradables no son precisamente escasas en Granada, mi primo debe tener buena comunicación con el que lo decide todo y se aseguró que aquella noche no solo no se rompiese la norma, sino que fuese excepcionalmente brillante.
Los organizadores del guateque tuvieron dificultades para conseguir que cada uno de nosotros ocupase el lugar que tenía asignado, porque pocos estaban interesados en sentarse, y solo queríamos seguir paseando y charlando por el lado del patio que daba a la Alhambra, contemplando la escena.
Como es lógico la fiesta acabó de madrugada, muy tarde, o casi pronto, según de qué lado del día se mire, porque ¿Quién puede pensar en irse a la cama cuando se lo está pasando en grande en un lugar donde solo con sentarse y mirar se disfruta de un maravilloso espectáculo?. Lo dicho, mi mejor boda.