Qué lejos queda ya aquella Navidad que pasé teniendo que dializarme. Y tengo la inmensa suerte de poder hablar en singular porque solo se trató de una, mi trasplante llegó antes de que llevara un año con este tratamiento. Debo decir que la mayoría de las cosas se me han olvidado; ya no recuerdo, por ejemplo, cómo celebré los típicos festines de estas fechas (que seguro fueron muy distintos a lo habitual dado las fuertes restricciones en cuanto a alimentación que tenemos los enfermos en diálisis)
Lo que sí recuerdo con cierta nitidez es que aquellas fueron las primeras navidades tristes de mi vida.Leer entrada completa