Comentario, El Diestro
Esta es la esquizofrenia del sistema de poder que tenemos en España. Como muy bien apunta A. Trevijano desde su atalaya de Radio Libertad Constituyente un sistema que empezó corrupto y continúa corrupto. Un sistema que empezó franquista y continua franquista en la esencia de concentrar el poder sin control alguno por parte de los ciudadanos: tenemos los mismos sindicatos verticales y el PSOE o el PP son partidos tan estatales como lo fue la Falange en otro tiempo de esta misma etapa histórica en la que nos hallamos: puro franquismo. Lo único que podemos decidir es qué partido estatal queremos que nos dirija, pero el poder franquista, como muy bien señala el abogado, escritor e historiador Antonio Trevijano continúa en manos de los partidos y jamás ha estado en manos del pueblo. Nunca debemos olvidar que estamos en una partitocracia, no en una democracia.
El gran drama es que el pueblo no es consciente de ese engaño. Ello hace que este pueblo se dedique a protestar por los síntomas de la enfermedad; ya sean las preferentes, los desahucios, el paro, la mala gestión de las cajas donde se ha premiado esa misma mala gestión con pensiones y contratos millonarios a los causantes del drama, las cantidades obscenas llevadas ilegalmente a paraísos fiscales y el resto de perlas con que somos obsequiados diariamente. Si no nos curamos de la partitocracia no cambiaremos nunca nada. Es patética todas las demostraciones, huelgas generales y luchas callejeras que no afectan para nada al monstruo. Si la calle es de la izquierda, como dicen; los líderes de la izquierda son cómplices de que las cosas sigan como están porque lo que tendrían que reclamar es un cambio democrático, y no desviar demagógicamente la atención del pueblo hacia los síntomas de la partitocracia y los repartos proporcionales de votaciones.
No puedo comprender cómo nos dejamos dirigir entrando al trapo. por donde quieren, como quieren y cuando quieren una casta de parásitos que se ha instalado en esta gran nación, a la que por quitar, intentan quitarle hasta el nombre e incluso cercenar.
Son casta cuando consideramos que al igual que las monarquías son hereditarias por línea de sangre los cargos políticos son también hereditarios por la misma línea, o a dedo. Por lo tanto, podemos considerar que nuestra democracia también es hereditaria; como la monarquía.
Si los privilegios y prebendas, evidentemente, se heredan o señalan a dedo, ¿para qué te vas a esforzar? Eso del esfuerzo y ganarse el pan con el sudor de la frente queda para la plebe y a los que echaron del Edén como justo castigo por comerse la manzana. Es mejor dedicar tus energías a la “dolce vita” y dedicarte a jugar a pilotos de carreras en los prohibitivos coches de carrera como algún hijo de Pujol o montar los caballos pura raza de tus colecciones personales. Y, ¿qué mayor viaje de placer que recorrer uno de esos paraísos fiscales visitando bancos en vez de museos, con bolsas cargadas de dinero, cuyos nombres ni siquiera hemos oído nombrar los pobres mortales que nos dedicamos a pagarles semejantes caprichos y llegar como podemos a final de mes. Es en lo que inevitablemente degenera una partitocracia, ya que el pobre ciudadano pagafantas sólo puede escoger cada cuatro años qué oligarquía va a expoliarle. Además, para más inri, esas oligarquías siempre nadarán acompañadas de rémoras con nombres como los Eres, Millet, y para qué seguir...
¡Claro! que uno se pregunta si también habría posibilidades de que en vez de sumar mediocridad y avaricia sumásemos inteligencia, creatividad y mérito. De que en vez de el dispendio del dinero público … ¡sí!, de eso que no es de nadie, tuviésemos una gestión eficaz y sostenible. Si en vez de esquilmar la economía disfrutáramos de gestores que llegasen por su mérito y amor al servicio público, sacrificando a veces parte de su bienestar. Sí señores, sí. Esa gente existe y el método que facilita esta segunda opción también: se llama democracia.
No voy a entrar en la discusión de por qué la antes excelentemente organizada y adoctrinada izquierda mantuvo su bochornoso silencio cuando el gobierno socialista esquilmaba España incitando a las rémoras a un obsceno empacho, y en cambio ahora lo sindicatos sacan tambores de guerra cuando fueron los primeros en usar la reforma laboral para echar a sus propios trabajadores en masa con una mano alante y otra atrás. Me molesta el comportamiento troglodita. Españoles divididos protegiendo a una u otra facción que están viviendo tan bien a costa del cuento de las autonomías y la partitocracia. Que te engañen un año, vale. ¿pero más de cuarenta? Tiene que haber un motivo para ello y, en mi opinión, el responsable es la ingeniería social mediante la cual los ciudadanos embisten al capote y no al torero. El votante vive una realidad: la inflación, llegar a final de mes, la hipoteca, el paro, los desahucios, la indigencia y sueldos mileuristas. Mientras, los medios fijan su atención en el capote. La culpa es de la crisis, de los bancos, de Rajoy o es de Zapatero o de Aznar... o Felipe González ... Ahora nos sale una cprruptela, y después otra de los distintos gobiernos, y si me apuras hasta es de Franco. Y el torero agita la capa y nosotros embestimos Continuar lectura en El Diestro