Revista Infancia

Mi niño es un pegón

Por Babytribu @babytribu

Que un niño pegue por primera vez cuando acude a la guardería o al colegio, es algo normal dentro de su desarrollo. Generalmente este comportamiento suele darse entre los dos y los cuatro años siendo su pico más alto entre los dos años y medio y los tres años y medio.

 

Hay que tener en cuenta que, para el niño, esta situación es estresante ya que acude a un lugar para él desconocido y separado de las personas que hasta ahora han sido su referencia en el mundo, por lo que está viviendo un cambio y puede reaccionar de diferentes maneras, entre ellas la agresividad.

 

A esto también hay que añadirle que los niños, de entre 12 meses y 3 años todavía están desarrollando su lenguaje por lo que, una de las maneras para comunicarse y expresar lo que les sucede, es a través de golpes o mordiscos.

 

Otra de las causas por las que los niños pueden ser agresivos se debe a la etapa de desarrollo en la que se encuentran. En este periodo se caracterizan por el egocentrismo, por el fuerte deseo de hacerse independientes, al mismo tiempo que presentan una baja tolerancia a la frustración y poco control de sus impulsos.

 

Por último hay que tener en cuenta que no “nacemos sabiendo” por lo que es necesario enseñar a los niños a defenderse con otras estrategias o alternativas.

 

Pautas para los papás

 

Si los niños van al colegio o a la guardería, lo principal es ponerse de acuerdo con ellos, es decir, escuchar lo que nos comentan los educadores que se hacen cargo del niño, para saber qué es lo que ocurre, cuándo y que soluciones se están llevando a cabo. De esta manera se establecerán unas pautas comunes en los dos ámbitos, escolar y familiar, de forma que el niño sea capaz de interiorizar y generalizar las mismas.

 

Además desde casa los papás pueden seguir estas pautas generales:

  • Enseñarle conductas alternativas: los niños de determinado rango de edad todavía no saben expresar lo que desean verbalmente por lo que es bueno que les enseñemos a pedir las cosas y a controlar sus impulsos. Ante un conflicto esperaremos primero que la tensión haya pasado y el niño esté calmado, para después intentar hablar con él de lo sucedido, comprendiendo que se haya enfadado y guiándole en la búsqueda de otras soluciones alternativas ante el enfado. Por ejemplo, podemos decirle al niño que exprese lo que quiere con palabras (“¿me dejas tu juguete?” “Eso que haces no me gusta, ¡me estás molestando!”)  o que se lo pida a un adulto. Hay niños que les cuesta mucho controlar la rabia o enfado, en estos casos los padres pueden trabajar con cuentos como Había una vez… Una abeja. Cuentos para ayudar a mejorar la conducta de los niños. El autocontrol” o “La técnica de la tortuga”
  • Hacerles conscientes de las consecuencias: También es importante que hagamos a los niños conscientes de las consecuencias de sus actos, como ya hemos comentado, habrá que esperar a que el niño esté calmado. La principal suele ser pedir perdón al niño al que han molestado pero también podemos buscar un comportamiento incompatible con pegar, por ejemplo, acariciar, o retirarle un ratito de la situación donde ha pegado.
  • Reforzar y elogiar los aspectos positivos: Cuando el niño solucione una discusión sin pegar se le debe felicitar y elogiar por ello de la manera más inmediata que se pueda mostrándole lo contentos que estamos por su comportamiento.
  • Los papás sois el modelo: si queremos que nuestro hijo actúe sin agresividad es necesario que nosotros tomemos la misma actitud en casa, no solamente con él, sino en el entorno familiar en general. Con esto no nos referimos únicamente a la agresión física sino también verbal, debemos evitar levantar la voz y utilizar un tono agresivo.

 

Por lo general, estos comportamientos “pegones” suelen ir remitiendo según van madurando los niños y, a los 4 años, ya son conscientes de las normas sociales al igual que han aprendido otras estrategias para conseguir lo que necesitan o quieren en un momento determinado sin necesidad de recurrir a morder o empujar.

 

Pero, aunque este comportamiento este dentro de algo normal y natural en el desarrollo de un niño, no significa que se deban ignorar esas actitudes.  Hablar con él, enseñarle a resolver los conflictos utilizando el lenguaje para poder expresarse, hacerle consciente de las consecuencias que tienen sus actos y poco a poco empatizar con los demás, son aspectos que ayudaran a que este tipo de comportamientos vayan desapareciendo.

 

Os esperamos en:

Mi niño es un pegón

Carmen Marco Llana

Psicóloga Infantil y Juvenil


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