Ayer fuimos al cumpleaños de uno de los mejores amigos de mi hijo. Mi peque y este niño son amigos desde que tenían.... 2 añitos, más o menos. Sus padres y nosotros les hemos visto crecer juntos, les hemos visto cambiar. Son dos niños de carácter similar, dos niños intensos, emocionales. Quizá por eso se lleven tan bien, quizá por eso se quieran tanto.
Nuestro pequeño amigo ha cumplido 6 años y ayer veíamos a nuestros niños jugar y nos dábamos cuenta de lo mayores que son y cómo están cambiando.
Mi hijo ha sido y es algo tímido. El año pasado celebramos su cumpleaños en este mismo lugar y cuando la animadora fue con el micrófono preguntado nombres, edades, canciones favoritas (qué manía tienen de poner a los niños en estas complicadas situaciones), mi hijo se avergonzó tanto que casi no quiso contestar.
Ayer por el contrario muy dispuesto él le dijo su nombre, que tenía 4 años "y medísimo" (es lo que tiene estar a poco más de un mes de hacer los 5) y no sé cuántas más contó por ese micrófono. Sin vergüenza ninguna y sin pudor, se sentía como pez en el agua hablando y contestado a las preguntas que le hacían .
Con la merienda feliz cual perdiz, comió todo, no se levantó, estuvo tranquilo y muy educado rechazó los refrescos (no gracias, yo solo quiero agua) cuando le preguntaron.
Le miraba desde mi silla, él era ajeno a esa mirada que le espiaba, una mirada de madre orgullosa. Veía a mi pequeño, ese niño que era tan tímido, tan dependiente, ese niño que me buscaba con la mirada temeroso de que me fuera. Ese niño ya no está, o mejor dicho ese niño ha crecido, ha madurado. Sigue siendo el mismo. Sigue siendo ese niño sensible, cariñoso, intenso, pero ahora es mayor, y se nota.
Ayer me daba cuenta de lo mucho que nos angustiamos las madres, yo la primera, cuando nuestros hijos no son tan dóciles como los demás, cuando son más tímidos, más intensos. Ahora cuando ha pasado el tiempo me doy cuenta de lo necesario que son todas esas fases previas. Pero sobre todo me doy cuenta de lo importante que es nuestra paciencia, nuestro cariño, nuestro consuelo, nuestro amor. Ya que todo eso hace crecer su autoestima, su confianza. Todo ello les ayuda a madurar y les convierte en lo que yo veo hoy. Y os aseguro que me encanta lo que veo.
Mi niño no ha cambiado, mi niño solo ha crecido.