En estas fechas es tradicional que los blogs se llenen de post que hacen balance del año y marcan los objetivos para el año que entra tanto del blog como, mayoritariamente, del bloguero. Yo lo he hecho cada año pero éste he decidido no hacerlo básicamente porque algunos de los objetivos no se cumplían porque no dependían solo de mi y porque todos, al final, se veían afectados a lo largo del año por lo que conocemos como entorno, todo aquello que nos rodea y que, al final, son personas con sus decisiones, hábitos y creencias. Todo eso nos afecta y afecta a lo que queremos hacer. De eso voy a hablar en esta última reflexión, personalísima, del año.
Lo ilustraré con un ejemplo. Estas últimas semanas nos hemos “cansado” de ver en Facebook el famoso resumen del año de nuestros amigos. La mayoría acompañados de palabras del tipo fabuloso, gran año, etc. Y me parece genial especialmente si proviene de personas por las que siento afecto. Lo que ya no me parece tan bien es que se confunda publicar el vídeo, o la metáfora que representa, con ser o no feliz. O que se diga que ser feliz es una elección. ¡Como si alguien eligiera ser infeliz! No, nadie elige ser infeliz como nadie elige tener una depresión. Lo que sí es una opción es como lo afrontas, tu actitud. Pero parece que para muchos su sistema de creencias les hace pensar que los que actúan de una forma distinta a la suya tienen un problema. Y eso, además, les preocupa (cuando a los afectados no… tiene gracia la cosa).
En esa línea pasa lo mismo con las celebraciones tradicionales llámense Navidad, San Juan o fin de año. Si no las celebras, algo te pasa. Eres raro. Estás fuera de la sociedad y, además, porque tu quieres. Y te equivocas. Haz como yo que ya verás como va a cambiar tu vida (para bien, se entiende).
Eso mismo nos pasa en la vida no espiritual. Este año lo hemos comprobado en temas como el de Catalunya, la “obligatoriedad” de ser optimista ante la situación económica española porque lo contrario es ser cenizo y corta rollos, y el clásico “y tu más” de los políticos. Todos creen estar en poder de la verdad. Su verdad. Y todos, que curioso, dicen que el otro es un intolerante y vive en una realidad paralela.
No, cada cual vive y actúa como cree que debe hacerlo. Según su criterio y como se siente bien consigo mismo. Está claro que hay una mayoría, no sé el tamaño, que actúa dentro de los cánones establecidos o socialmente aceptados, que son bastante uniformes en todo. Son esas personas a las que las recetas “típicas” les funcionan. Y me parece perfecto. Pero lo que no está bien es que traten de aplicar sus formas al resto, a la minoría que está a ambos lados. No tengo nada contra los que forman parte de la uniformidad social, de aquellos a los que les gustan las tradiciones, sean las que sean, quieren una vida tranquila o no se salen del guión porque no les ayuda en su día a día, pero no deberían forzar al resto hacer lo mismo porque entonces no les dejan ser ellos mismos y matan una parte importante e indisoluble de ellos. Pasa en empresas y en personas (parejas, básicamente). Les propones formar parte de algo pero no les cuentas los detalles de lo que supone unirte a “su causa”. Y entonces es cuando tratan de cambiarte. Si lo consiguen, te cambian completamente y aquello por lo que te parecían interesantes y por lo que creían que aportabas algo pasa a un segundo plano y entonces dejas de aportar. Porque todo era un pack y si modificas una cosa, cambia el todo.
No me molesta la uniformidad. No me molesta los vídeos resumen del año. No me molesta ni siquiera la navidad ni las fiestas tradicionales. No me identifico con la mayoría de ellas. Solo eso. Pero ahí están, a muchos les encanta y no seré yo quien les diga que se equivocan (que tampoco es así). Sé que tienen una duración determinada, así que solo hay que esperar a que pasen. Fácil.
Por eso, y para terminar, creo que no todo es una cuestión de querer o una decisión individual. No estás solo en el mundo y dependes, en buena medida, de las acciones y decisiones que toman los que te rodean y los que compiten en tu mercado. Este año que entra no alcanzaré algunos de mis objetivos y me cambiaran otros porque dependerán de otras personas y sus creencias (aprendidas). Y no pasará nada. Nos adaptaremos y a otra cosa.
¡Que tengáis una feliz semana y una muy buena entrada en el 2015!