Revista Cultura y Ocio
Ilustración David Tanner.-Leopoldo Alas Mínguez-
Toda mi ropa huele a cuando estabas.Sería al abrazarte -no lo entiendo-o que estuviste cerca y se quedó prendido.Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga, te respiro.Al ponerme la chaqueta, en la solapa,y en el cuello de un jersey que no abriga.Aroma de placer, de feromonas,de recostarme en ti mientras dormías.Por mucho que la lave, mi ropa lo conserva:es un perfume dulce que me aliviacomo vestir mi carne con tu piel.Y está durando más que mi recuerdo.Tu rostro en mi memoria se disipa,casi puedo decir que he olvidado tu cuerpoy sigo respirándote en las prendasque, al tiempo que me visten, te desnudan.Pero la ropa es mía.De tanto olerte en mí, tu olor es mío.Tu olor era mi olor desde el principio,fue siempre de mi cuerpo, no del tuyo,de un cuerpo que lo tengo a todas horaspara quererlo entero como jamás te quisey olerlo de los pies a la cabeza.Es el olor de todas mis edades,del niño absorto y puro,del claro adolescente eléctrico y espeso,de un joven con insomnio que soñabafantasmas del amor, y es también el olorque al transpirar mis sueños dejaron en las sábanas.
Quién sabe tú a qué aspiras sin este efluvio mío,sin mi esencial fragancia.Estando en compañía, serás siempre la ausenteigual que si te fueras o no hubieras llegado.Pues no olerás a nada, no dejarás recuerdoni podrás despertar auténtico deseoni embalsamar las yemas de los dedosque un día te acariciencon un perfume físico y concreto.Serás para el olfato de los otroscomo un espejo para los vampiros.Y yo atesoraré con más fe que codiciaeste perfume dulce de mi cuerpoque descubrí contigo.Si quieres existir, respíralo de nuevo.