Por María Carla González
Mucho se ha hablado y criticado sobre la existencia de un solo partido en nuestro país. Este tema se retoma en estos días con las discusiones del Proyecto de Constitución en centros laborales y barrios. Como joven cubana trato de comprender por qué algunos quieren arrastrarnos a esos ejemplos de sociedades divididas y fragmentadas donde, por tener el llamado pluripartidismo, consideran que son más democráticos y mejores que nosotros.
Ninguno de los ejemplos que me vienen a la mente auguran un buen futuro: Cuba (antes de 1959), Estados Unidos, España…
Nuestro Partido tiene su génesis el 10 de abril de 1892, cuando José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano planteando su objetivo así: “Para lograr con el esfuerzo reunido de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”. De manera que nuestro partido único No es una copia del Partido Comunista de la Unión Soviética, como algunos se empeñan en decir.
Yo creo en lo expresado por el Comandante Fidel Castro:
El pluripartidismo es el gran instrumento del imperialismo para mantener a las sociedades fragmentadas, divididas en mil pedazos; convierte a las sociedades en sociedades impotentes para resolver los problemas y defender sus intereses.
Un país fragmentado en diez pedazos es el país perfecto para dominarlo, para sojuzgarlo, porque no hay una voluntad de la nación, ya que la voluntad de la nación se divide en muchos fragmentos, el esfuerzo de la nación se divide en muchos fragmentos, las inteligencias todas se dividen, y lo que tiene es una pugna constante e interminable entre los fragmentos de la sociedad.
Un país del Tercer Mundo no se puede dar ese lujo. Realmente se lo dan muchos, claro que hace rato que se lo vienen dando, y hace tiempo que gran parte de ellos están subyugados y dominados.
Claro que en una sociedad que tenga que enfrentar los problemas del subdesarrollo y tenga que desarrollarse en las condiciones tan difíciles que resulta desarrollarse en el mundo de hoy, es esencial la unidad. (…)
Es por esto que creo indispensable defender nuestros principios y los deseos de la mayoría del pueblo cubano. No podemos desechar la historia. Ahora estamos llamados desde la base, que somos quienes formamos las filas de nuestro Partido Comunista, a reorganizar las fuerzas para perfeccionar nuestro sistema social, nuestra unidad, nuestra democracia, y así hacernos más fuertes, pensando en nuestros hijos.