Por Hogaradas
Todos deberíamos tener nuestro pequeńo minuto de gloria, ese único, especial, irrepetible y cuyas sensaciones no se pueden ni tan siquiera expresar con palabras. Yo ayer tuve la suerte de disfrutar de ese pequeńo minuto, y confieso que tras el temor de un primer momento, me empapé una y otra vez de él y de todo su contenido, ni más ni menos que la recompensa a más de ańo y medio de esfuerzo y de confianza, de trabajo diario, de horas y horas delante del ordenador, de buen sabor de boca y de sinsabores, de caer y levantarte, a veces con pocas ganas y pensando si merecería la pena.
Todos los días llego a la oficina pasadas las nueve de la mańana, y el ritual siempre es el mismo, primero el correo, luego mi página de administración, y con bolígrafo y libreta en ristre, las estadísticas. Después, y como deber ser, los buenos días en Twitter y en Facebook, y a partir de ahí manos a la obra, Begońa, aquí está otra vez la famosa frase, y a trabajar para buscar contenidos.
Todos los días llego con la esperanza de que al abrir el correo descubra ese en negrita, y con él, una buena noticia, nunca pensé cuál sería, ni cómo, ni de quién vendría, pero buena.
El jueves era un día más, bueno, no, era el día en el que esperaba la confirmación de un nuevo anunciante, y a media mańana, de repente, sin pensarlo, sin imaginarlo, sin esperar nada, apareció y me sorprendió, me asustó, lo abrí incluso con temor.
Rápidamente descolgué el teléfono y se abrieron las puertas a ese minuto; alguien me había encontrado, mi trabajo le había gustado y estaba interesado en hacerme una pequeńa entrevista.
No puede haber mejor recompensa, al menos para mí, que la de valorar tu esfuerzo diario, tu trabajo y tu tesón, y la he tenido. Es cierto que mis desvelos y mi día a día giran entorno a este sueńo, a este teclado, hoy el de casa, mańana el de la oficina, a estas ganas de ofrecer lo que más interese, lo mejor, lo más atractivo, así que mis mayores satisfacciones tienen que llegarme también a través de Hogaradas.
Esta pequeńa Hogarada va dirigida a todos quienes han conseguido que mi pequeńo sueńo se haya hecho realidad, para empezar, y como no podía ser de otro modo, a Carlos y a mis padres; cuando ya las fuerzas estaban mermadas Carlos pronunció esa frase que me haría reaccionar: Ara, si no lo haces te vas a arrepentir siempre. Mis padres, ya lo dije en su día, mi motor, mi apoyo incondicional siempre, esa confianza en todo lo que emprendo, qué decir de ellos, que los quiero, como decía aquel juguete de la película, hasta el infinito y mucho más. A Carlos y a Yaiza, los creadores de la página que veis, siempre atentos a mis demandas, prestos a ayudarme cuando los necesito, excelentes profesionales y mejores personas. A todos mis amigos de Facebook por su apoyo, y por supuesto, a los seguidores de la página. A todos quienes desde Twitter han comenzado a seguirme, algunos ya casi amigos por su afecto y el contacto que mantenemos a diario. A Boni, porque ha aguantado Hogarada tras Hogarada estoicamente, y ha guińado el ojo para darme su aprobación.
Espero que esto sea el principio de un camino largo y próspero, pero aunque no fuera así y pase lo que pase, os seguiré agradeciendo siempre todos estos momentos de felicidad que me habéis proporcionado día tras días desde que inicié esta aventura.
Ayer tuve mi pequeńo minuto de gloria, diminuto, pero suficiente para sentirme contenta, agradecida y feliz.