"Tengo plena conciencia de mi propio aislamiento,
incluso cuando estoy rodeado de personas".
Y me pregunto: ¿Cuál es el objetivo más interesante del cine de Hollywood de estos últimos tiempos?¿Qué es, realmente, aquello tan destacable de sus pulposas y magnánimas producciones? Y me respondo: nada. Por eso, esta reseña es acerca de una película irlandesa que tiene más de 20 años y que no es muy fácil de conseguir; que relata la vida de una persona no muy popular, rodeada de un puñado de problemas acompañados de escasas soluciones. Mi pie izquierdo es una biografía; la de Christy Brown: irlandés, pintor, poeta, escritor; nacido y criado en la pobreza de los suburbios sureños de Dublín en los años 30; víctima de una parálisis cerebral irreversible que sólo le permitía controlar una única parte de su castigada masa corporal: aquella que titula la película (y estas humildes palabras, claro).
La historia narrada en la pantalla recorre el desarrollo de la sufrida y enriquecedora experiencia de la vida de Christy, haciendo a un lado cualquier lugar común relacionado con la terrible enfermedad sufrida por su protagonista, y destacando claramente cómo el impulso creativo de un artista no sólo puede superar prácticamente cualquier dificultad, sino que también puede ser reutilizado como una herramienta enriquecedora de tal impulso, contribuyendo a la formación de un talento sutil y diferente.
En esta película no hay héroes épicos ni pitufos de colores, no hay mundos desconocidos ni absurdas inversiones monetarias. Hay un guión, una historia, un actor excepcional, y un elenco que acompaña con palabras, gestos y ademanes la impresionante labor de su protagonista.
Y hay - entre muchas otras - una fabulosa cita, transcripta al comienzo de este texto. Es de uno de los libros escritos por él, por el pie izquierdo de Christy Brown.
Excelente.
Título original: My left foot (1989)
Dirección: Jim Sheridan
Guión: Shane Connaughton y Jim Sheridan
Elenco: Daniel Day-Lewis, Brenda Fricker, Alison Whelan, entre otros.