Revista Cultura y Ocio

Mi planeta de chocolate, de Manuel Cortés Blanco

Publicado el 08 julio 2011 por Goizeder Lamariano Martín

Mi planeta de chocolate, de Manuel Cortés Blanco

Título: Mi planeta de chocolate

Autor: Manuel Cortés Blanco

Editorial: Ediciones Irreverentes

Año de publicación: 2008

Páginas: 192

ISBN: 9788496959217

Gané esta novela al ser finalista del concurso Apadrina un libro del blog Aventarte, en el que participé con mi reseña de Taradas, de Viviana Fernández García. Y conocí a los niños de Morelia gracias a Ale y su Bibliobulimica`s Blog. Esta novela habla de esos niños españoles a los que el Gobierno de la República trasladó a otros países para alejarlos de la Guerra Civil.

Para protegerlos, para ayudarles a sobrevivir, aunque eso significase alejarlos de sus familias, de sus amigos, de sus casas y, en definitiva, de la vida que habían conocido hasta entonces. El protagonista de esta historia es Benito Expósito Expósito, un niño de ocho años que no conoce a sus padres porque fue abandonado y criado por los frailes. En el monasterio estudia poco y hace muchas travesuras y, sobre todo, muchos amigos, entre niños como él, pero también entre los frailes. Todos intentarán ayudarle a crecer y a recorrer el duro camino de la vida y, ante todo, le darán consejos que no olvidará jamás. Cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Porque al pequeño Benito, un niño travieso, despierto, risueño, al que es imposible no cogerle muchísimo cariño, lo que más le gusta del mundo es el chocolate. Por eso todos los días y todas las noches sueña con viajar a América, el país del chocolate. Y no sabe que al final lo conseguirá, aunque no como él había imaginado.

Cuando estalla la Guerra Civil, Benito cambia el monasterio por la compañía de un peculiar tendero, la de milicianos republicanos y, más tarde, la de refugiados españoles que son trasladados a Francia. Pero siempre, a pesar del miedo, la muerte, la soledad y todos los horrores que conlleva la guerra él consigue sobrevivir, siempre con la ayuda de alguien, porque es imposible no querer ayudar a este niño que se gana el cariño de todos los que le rodean. Por su inocencia, su imaginación, su amistad, su generosidad y, por supuesto, su amor al chocolate.

Y al final Benito será uno de los 455 niños que el miércoles 26 de mayo de 1937 fueron trasladados a México desde Burdeos en el buque Mexique. Y así se convertirá en uno de los niños de Morelia, este pequeño pueblo mexicano que acogió a estos pequeños refugiados españoles y a sus profesores, unos mejores y otros peores, unos cariñosos y otros duros, pero todos deseando cambiar las bombas, la sangre y la muerte por la tranquilidad, la paz y el chocolate.
Y así, conforme pasamos las páginas, vamos descubriendo la vida de Benito en México, en América, el país del chocolate, pero también de la distancia, la añoranza, las despedidas, la madurez, la vida adulta.

Me ha encantado esta historia, su protagonista y el estilo del autor. Es una historia triste y alegre, angustiosa y esperanzadora, dura, cruel, injusta, pero también divertida, inocente y, sobre todo, entrañable. Nos transmite todos los horrores y la crudeza de la Guerra Civil, de los que luchan en el frente y los que lo hacen en la retaguardia, de los que no conocen a sus padres y de los que tienen que despedirse de ellos. De los que quieren marcharse lejos, muy lejos y de los que sólo piensan en volver.

Y todo nos lo cuenta desde los ojos de un niño encantador que sólo quiere hacer realidad su sueño y que hará todo lo posible para conseguirlo, que luchará, buscará y peleará hasta el final, durante años, para vivir en su planeta de chocolate. Una historia que nos seduce, nos fascina y nos atrapa desde la primera hasta la última página, que nos hace reflexionar sobre los sueños, la familia, los amigos, el lado bueno y el malo de la vida. Una historia que hay que disfrutar, paladear, saborear y degustar poco a poco. Una historia que nos deja un sabor de boca del que nunca nos cansamos. Una historia tierna, dulce, irresistible, deliciosa. Una historia que sabe a chocolate.



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