La entrada es del 17 de Mayo de este mismo año, escrita antes de las Elecciones Municipales. Pero la vuelvo a poner porque sigo pensando exactamente lo mismo antes las elecciones del domingo. Y me apetecía contarlo de nuevo. Un saludo, vecinos.
Yo tengo poder. Es tan pequeño y circunscrito a mi que lo domino, o lo debo dominar, perfectamente. No es un poder cualquiera y a la vez es un poder que comparto con millones de personas. Mi poder es un tesoro, una joya, una gran X en el mapa de mi isla. Mi poder tiene una historia, unos padres, un origen, un orgullo. Mi poder tiene pasado porque está pensado para crear futuros.
Mi poder debe utilizarse con cautela, con cuidado, con mimo. No es poder que vence o que destruye, que lucha o pierde. Mi poder siempre debe ganar porque es mio, porque es mi opinión y pensamiento, y esa es su victoria, hacerme ser uno entre muchos. Mi poder debe basarse en lo hecho y en lo que queda por hacer, en juzgar las mentiras y premiar las verdades. Mi poder debe ser ciego a las luchas ciegas, abierto de mirada y siempre al frente. Mi poder es mañana.
Mi poder es mio para siempre. Mi poder soy yo. Mi poder me hace visible, me enseña, me muestra, y debo ser responsable de lo que con él consigo o de lo que no logro. Mi poder no es el tuyo, ni pretende serlo, aunque ambos valgan la misma cantidad medida en sueños. Mi poder nos hace iguales en lo distinto. Mi poder es el nuestro, el del señor de la esquina, el de la mujer de verde, el del chaval de rojo. Mi poder se hace mas grande cuantos más usan el suyo.
Mi poder no tiene color, olor, sabor o pegatinas. Mi poder es mio. Mi poder no está vendido de por vida ni comprado hasta la muerte. Mi poder se suma, pero jamás se roba. Mi poder no se alquila, lo presto de buen grado o lo quito a mi albedrío. Mi poder no se guarda en otra casa, no se trata como una mercancía. Mi poder es tan mío como míos son mis dedos, mis piernas o mis ojos. Mi poder es alrededor y dentro mio.
Mi poder se llama voto. Y mi poder es mio.