Un año da para muchas cosas. En un año, si estás receptivo, puedes aprender muchísimo de ti mismo y de los que te rodean, de los más allegados y de los que están de paso.
En un año sin uno de los hombres de tu vida, sin tu pilar, tu amigo, tu espejo, la persona a la que quieres parecerte tanto humanamente cómo profesionalmente... Me he sentido muchas veces desvalida porque he necesitado de su consejo y no lo he tenido. Porque me he sentido pequeña a pesar de no serlo y de tener mi propia familia a la que cuidar.
Dicen que en un año vives cada momento sin esa persona con dolor, que pasar la barrera del año es lo más difícil. Hoy hace un año que no estás y no prometo que cada día a partir de hoy no vaya a echar de menos tu llamada, o que cuando tenga a Rubiazo enfermo no vaya a quedarme con las ganas de poder contártelo y escuchar tu voz dándome algún sabio consejo, o que no siga echando de menos tus abrazos, tu sonrisa, tu mirada, tus besos y tu voz. No prometo acostumbrarme a echar en falta tus "vete ya que tienes obligaciones" y "no corras". No creo que me acostumbre a hablarte sobre mi trabajo, sobre los despagos que uno se lleva con las personas, sobre lo bonitas que son las amistades que no te esperas, sobre nuestros sueños de familia, sobre las trastadas de tus nietos... Y no escuchar tu voz como respuesta. No puedo prometer oír una canción en pleno centro comercial y tener que meterme en un baño porque no puedo parar de llorarte, ni dejar de tener miedo a oler tu pijama y que se gaste tu olor y perderte para siempre.
Dicen que a partir del primer año, todo es diferente... No lo sé, papá. A mí me sigue doliendo el alma. Mañana es tu cumpleaños y quiero llevarte un libro, para que lo leas despacito, para debatir sobre él después. Eres tan inteligente. Quiero tirarte de las orejas y que me llames pesada con tu sonrisa ladeada y haciéndote el mártir.
Es verdad que un año da para mucho, muchísimo. A mí me ha servido para aprender a que el amor es eterno, a que cuando amas de manera incondicional a alguien, ese alguien permanece vivo en ti y lo llevas siempre a tu lado, aunque nada pueda suplir su presencia física. Me ha servido para darme cuenta de que cada persona es un mundo, para descubrir personas bonitas de esas que aparecen como un regalazo, para reaprender que la empatía no es universal porque nadie puede ponerse en tu lugar hasta que no vive algo parecido. Este año me ha ayudado a saber que le he de dar importancia a aquello y aquellos que realmente la tienen, a que hay personas que tienen un gran camino por recorrer aún en cuestión sentimental y otras que, a pesar de haber recibido grandes palos, saben sonreírle a la vida y no amargarse ni amargar.
En este año papá, tus nietos han crecido un montón. Tu princesa está hecha una señorita que ya piensa en primaria, que no calla bajo el agua (lo sé, lo sé, en eso es calcada a mí), que vive en su mundo de fantasía, que puede pasarse horas cantando y bailando y cambiarse veinte veces de disfraz sin cansarse, que tiene un corazón tan noble como el tuyo y una manera de empatizar con los demás que ya quisieran para sí muchos adultos. Tu golfo, tu rubio... Bueno, ¿qué decirte que no sepas? Ya lo pronosticaste tú cuando empezó a gatear aquel día en tu casa, que necesitaría ir con un casco a toda hora, porque no para ni un segundo, es vitalidad pura, no tiene miedo a nada, vive obsesionado con las motos, sonríe y reparte felicidad por donde pasa, tiene un morro y un desparpajo que se los pisa y es un bombón de pies a cabeza, que se da cuenta de todo y que empatiza muchísimo con los que lo rodeamos.
Y lo mejor: se adoran, se protegen y, obvio, también discuten, pero no pueden vivir el uno sin el otro.
Y ambos te siguen nombrando y te echan de menos. Pichu aún te llora algunos días y sigue pensando que no poder abrazarte no es justo. A ella también le gustaría volver a tu casa. Rubiazo dice "yeyo Pepe" cada vez que ve una estrella, ya sea en el cielo o dibujada sobre papel, y cuando lo hace sonríe mucho, y si me ve flaquear, me abraza la cara y me mira con la misma intensidad que tú lo hacías.
En un año nosotros también hemos ido cumpliendo sueños, personales y profesionales, y lo más importante, tenemos salud y nos queremos más que el primer día, con la ventaja del paso de los años y la madurez que estos aportan a cualquier relación. Sé que estás al día de todo, porque sé que desde hace un año no nos dejas solos. Pero me sigue quedando la sensación de "vacío" porque anhelo recibir tu voz a modo de respuesta.
En este año he aprendido mucho papá, sobre el amor de verdad, sobre la bondad de verdad y sobre la vida y la muerte.
Está siendo un año complicado porque, aún así, sigo sin entender que te fueras tan pronto. Creo que eso no voy a entenderlo con el paso del tiempo, y aceptarlo tampoco me resulta fácil. Me consuela saber que no me ha hecho falta perderte para saber la suerte de padre que he tenido. Hace ya años que tenía claro en quién mirarme para aprender.
No sé cómo verás tú las cosas desde tu estrella, espero que las veas claras cuando aquí sólo veamos nubarrones y que puedas ayudarnos a llevarlos mejor.
Llevo días recordando con intensidad nuestras últimas horas juntos, no puedo evitarlo, tampoco lo busco, pero los recuerdos vienen a mí todo el tiempo. Aunque duro, es una manera más de tenerte más presente aún si cabe, de saber que te fuiste sintiéndote amado, cuidado y acompañado, de saber que lo hicimos muy bien, que fuimos una piña los cuatro contigo, y que sólo por eso bajaste al fin tu escudo para dejarte ir. A día de hoy, después de un año, cada vez admiro más tu valentía, tus ganas de vivir y tu manera de hacer las cosas. ¡Olé, Dr. Medina! No dejes de darnos lecciones, e impide que olvidemos los verdaderos motivos por los que la vida vale tanto la pena.
Ha pasado un año.
No tengo capacidad para valorar si en la escala de "echar de menos" eso es mucho o poco... Pero creo que aunque pasen cien más, seguiré necesitando tu abrazo y tu beso.
GRACIAS POR TODO, por no dejarme sola, por querernos desde donde estás, por tu sonrisa diaria y tu esencia.
GRACIAS POR ENSEÑARME A VIVIR LA VIDA CON INTENSIDAD, a valorar y apreciar lo realmente importante y a luchar siempre por mis ideales y los míos.
TE QUIERO HASTA LA LUNA Y VUELTA, INFINITAS VECES.
¡Feliz primer año en tu estrella, papá!
CON M DE MAMÁ y... T de TE QUIERO INFINITO y TE ECHO DE MENOS