Capítulo 1
Génesis
Realmente nunca he sido un hombre de las letras, incluso a lo largo de mi vida como estudiante pasé mucho trabajo con la asignatura de español, recuerdo la cantidad de puntos que me quitaban en cada examen por la ortografía y fue aparte de la motivación otro argumento para decantarme por la informática que más tarde vi como mágico el corrector ortográfico del paquete de office, pensé “caramba este elemento estaba pensado para mí”. Mas sorprendido quedé cuando conocí de la cantidad de escritores famosos con premios relevantes y grandes aportes a la cultura universal y autores de algunos de nuestros libros de cabecera la cantidad de faltas de ortografía y errores y es que los errores son parte de nuestra vida y a partir de hoy voy a publicar los míos.
Todos los comienzos son malos y aunque no lo recordemos, pasamos un trabajo enorme para nacer, sin contar la nalgada que te propinan para hacerte llorar y poner a funcionar tus pulmones. Recuerdo cuando fui mi primer día de escuela, había alguien con una fragancia que cuando la olí se me quedó grabada en mi mente y cuando me tropezaba con ella sentía las mismas mariposas en el estómago acompañado del mismo retorcijón y confieso que ahora con 42 años hace poco la olí de pasada y volví a sentir lo mismo por lo que reconozco que ahora también lo estoy, pero la necesidad de escribir, de expresarme de decir algo es más fuerte que ese miedo y es que con los años uno le va como que perdiendo el respeto al miedo o cambiándolo por otros es interesante esa cuestión. Por ejemplo no me gustaría que me pasara la vida sin escribir un artículo aunque sea una basura y alguien de edad avanzada, con unos lentes tipo galeno para ayudarlo(a) con la presbicia propia de la edad y lleno(a) de adjetivaciones por tantos años de lectura y estudios a fines lo lea y diga “¿de dónde salió el imberbe este?”
Hay tantas cosas que contar que uno no sabe por dónde comenzar y voy hacerlo desde el principio por orden cronológico. Nací muy cerca de la ciudad pero en el campo, era el lugar perfecto para un niño, todo era verde, el aire limpio, los olores de la naturaleza, los espacios abiertos, árboles llenos de frutas maduradas en su entorno natural, todo el tiempo era para mí hasta que cumplí los 5 años y como a casi todos los niños a esa edad les ponen un uniforme y comienza la vida escolar. Los padres inteligentemente te van preparando para ese momento con frases altruista como estas “¡ya pronto vas aprender a leer y escribir!”; “¡Cómo vas a tener amiguitos nuevos!” y en el 99.9% funcionan porque uno se crea tremendas expectativas y si, de verdad que aprendes a leer y escribir y haces nuevos amigos. Pero tienes que levantarte temprano y quedas preso de un horario que te va acompañar de por vida, aprendes tus primeras malas palabras y cuando la dices en casa tus padres te regañan, junto con tus amigos aparecen también tus primeros enemigos y los primeros encontronazos porque comienzas a conocer cosas muy diferentes a la que tu familia te había enseñado en tus primeras etapas de la vida y es que estás empezando con el duro entrenamiento para la vida.
Era un buen estudiante, aprendí a leer y escribir por encima de la media (en aquel entonces no se medía coeficiente intelectual ni nada por el estilo, pero mis notas era de 100 y 99 puntos, escribía poesías totalmente hechas por mi y todo eso hasta 3er grado, en 4to grado mis notas promediaron a 80 y en aquel momento no me explicaba por qué mi papá no dormía en casa y venía algún que otro fin de semana y conversábamos en el patio y cuando preguntaba me decían que estaba trabajando lejos.
Pero esta otra historia vamos a dejarla para el otro capítulo, recuerden este es solo el inicio y les confieso que mi escrito se llenó de señaladores rojos y azules que gracias las bondades del corrector ortográfico fueron corregidas y si queda alguna errata le vamos a adjudicar también la culpa a mi estimado corrector.
Hasta Pronto.