Capítulo 1
Lo aprendido
En la primaria aprendí muchas cosas, en eso mis padres tenían razón. Aprendí a odiar, si, como lo digo textualmente, a los americanos, las personas más viles y malas sobre la tierra, de eso se trataba casi toda nuestra educación, desde que entrabas a la escuela y se hacía el matutino de las tres noticias que se daban una o dos tenían que abordar algo negativo de los americanos o el capitalismo, en la parte cultural las canciones y poemas eran abordando nuestro patriotismo, recuerdo muy bien uno en especial del poeta cubano Jesús Orta Ruíz conocido por el Indio Naborí
Elegía de los zapaticos blancos
Vengo de allá de la ciénaga,
del redimido pantano.
Traigo un manojo de anécdotas
profundas, que se me entraron
por el tronco de la sangre
hasta la raíz del llanto.
Oídme la historia triste
de los zapaticos blancos…
Nemesia -flor carbonera-
creció con los pies descalzos.
¡Hasta rompía las piedras
con las piedras de sus callos!
Pero siempre tuvo el sueño
de unos zapaticos blancos.
Ya los creía imposibles.
¡Los veía tan lejanos!
Como aquel lucero azul
que en el crepúsculo vago
abría su flor celeste
sobre el dolor del pantano.
Un día, llegó a la ciénaga
algo nuevo, inesperado,
algo que llevó la luz
a los viejos bosques náufragos.
Era la Revolución,
era el sol de Fidel Castro,
era el camino triunfante
sobre el infierno de fango.
Eran las cooperativas
del carbón y del pescado.
Un asombro de monedas
en las carboneras manos,
en las manos pescadoras,
en todas, todas las manos.
Alba de letras y números
Sobre el carbón despuntando.
Una mañana… ¡Qué gloria!
Nemesia salió cantando.
Llevaba en sus pies el triunfo
de sus zapaticos blancos.
Era la blanca derrota
de un pretérito descalzo.
¡Qué linda estaba el domingo
Nemesia con sus zapatos!
Pero el lunes… ¡despertó
bajo cien truenos de espanto!
Sobre su casa guajira
volaban furiosos pájaros.
Eran los aviones yanquis,
eran buitres mercenarios.
Nemesia vio caer muerta
a su madre. Vio
sangrando a sus hermanitos.
Vio un huracán de disparos
agujereando los lirios
de sus zapaticos blancos.
Gritaba trágicamente:
¡Malditos los mercenarios!
¡Ay, mis hermanos! ¡Ay, madre!
¡Ay, mis zapaticos blancos!
Acaso el monstruo se dijo:
Si las madres están dando
hijos libres y valientes,
que mueran bajo el espanto
de mis bombas. ¡Quién ha visto
carboneros con zapatos!
Pero Nemesia no llora.
Sabe que los milicianos
rompieron a los traidores
que a su madre asesinaron.
Sabe que nada en el mundo-
-ni yanquis ni mercenarios-
apagarán en la patria
este sol que está brillando,
para que todas las niñas
¡tengan zapaticos blancos!
Aquel poema me ponía los pelos de punta. En la mente de un niño de cinco años que vivía una vida tranquila, donde la palabra muerte no existía y de pronto te enteras que tienes un enemigo a 90 millas y que mata niños…. También era típico la canción “Sueño de una noche de verano” del cantautor Silvio Rodríguez y decía así:
Yo soñé con aviones
Que nublaban el día
Justo cuando la gente
Más cantaba y reía
Más cantaba y reía
Yo soñé con aviones
Que entre sí se mataban
Destruyendo la gracia
De la clara mañana
De la clara mañana
Si pienso que fui hecho
Para soñar el sol
Y para decir cosas
Que despierten amor
¿Cómo es posible entonces
Que duerma entre saltos
De angustia y horror?
En mi sábana blanca
Vertieron hollín
Han echado basura
En mi verde jardín
Si capturo al culpable
De tanto desastre
Lo va a lamentar
Anoche tuve un sueño
Y anoche era verano
Oh verano terrible
Para un sueño malvado
Para un sueño malvado
Anoche tuve un sueño
Que nadie merecía
¿Cuánto de pesadilla
Quedará todavía
Quedará todavía?
Si pienso que fui hecho
Para soñar el sol
Y para decir cosas
Que despierten amor
¿Cómo es posible entonces
Que duerma entre saltos
De angustia y horror?
En mi sábana blanca
Vertieron hollín
Han echado basura
En mi verde jardín
Si capturo al culpable
De tanto desastre
Lo va a lamentar
Yo soñé un agujero
Bajo tierra y con gente
Que se estremecía
Al compás de la muerte
Al compás de la muerte
Yo soñé un agujero
Bajo tierra y oscuro
Y espero que mi sueño
No sea mi futuro
No sea mi futuro
Si pienso que fui hecho
Para soñar el sol
Y para decir cosas
Que despierten amor
¿Cómo es posible entonces
Que duerma entre saltos
De angustia y horror?
En mi sábana blanca
Vertieron hollín
Han echado basura
En mi verde jardín
Si capturo al culpable
De tanto desastre
Lo va a lamentar
Particularmente yo la hubiera llamado “Pesadilla de una noche de verano” pues precisamente eso era lo que me provocaba en mi fértil mente, esa canción como muchas otras me provocaban unas pesadillas enormes, la que más recuerdo era una en que miraba para el cielo y se ponía oscuro y se comenzaban a ver punticos negros que al acercarse se les iba perfilando la silueta hasta definirse como aviones de combates y la gente corría y yo me quedaba paralizado y aunque quería correr no podía hasta que ufff al fin me despertaba ¡qué alivio!. Lo curioso de esto es que yo pensaba que solo me sucedía, pero después de al menos 30 años les he preguntado a mis contemporáneos y la mayoría refieren las mismas pesadillas.
Dentro del aula todo funcionaba más o menos similar, de la historia ni hablar, todo bien manipulado y enfocado en diseñarte una mentalidad revolucionaria, comunista, anticapitalista radical. Pero bueno la historia como asignatura se presta para eso, pero y ¿la asignatura de español? Pues tampoco escapaba, los libros de textos estaban llenos de frases por el mismo estilo, si te iban a evaluar un dictado el 70% de las palabras tenían que ver con el tema político, en el caso del párrafo, la misma historia porque te daban el título del mismo y pudiera ser este “Soy pionero revolucionario” o “El imperialismo yanqui” ni que decir de las consignas de “Patria o Muerte, Pioneros por el Comunismo, seremos como el Che”.
Con todo eso de verdad que lograban bien su objetivo, pues yo me sentía orgulloso de haber nacido en Cuba, donde los niños no se mueren de hambre como las imágenes en la televisión en África que era de un negrito que se le veía todos los huesos y la barriga grande.
Aprendí que este es el mejor sistema del mundo, el más justo, capaz y que fui bendecido de formar parte de el selecto club de solo 11 millones en todo el mundo. Todo eso hasta que llegaron los años 90.
El próximo título se lo dedicaré precisamente a los años 90
PD: Agradezco a todos, especialmente a los que se hicieron mis seguidores, Brielle, Sebastián Gutiérrez, Zuli y Sybcodex pues fueron los primeros en acompañarme en esta aventura de escribir, así que fueron testigos de la ruptura de mi virginidad.