Revista Opinión

Mi primer viaje astral

Publicado el 15 marzo 2019 por Carlosgu82

(Historia personal basada en hechos reales de mi niñez)

Era miércoles por la mañana y otra vez estaba llena de preguntas. El solo pensar su sensación en ese momento me causa un escalofrío, tan chiquita, tan refugiada en palabras de consuelo que no terminaban de convencerla.
“No te preocupes, estas soñando” le repetían, y ella sentía ganas de gritar, de gritar hasta quedar sin voz cuando todas las mañanas le respondían lo mismo, cuando día tras día nadie le daba una explicación.
Si tan solo la hubieran visto, la inocencia concentrada en un ser humano. Con el pelo lleno de rulos rubios y pecas que empezaban a asomarse en su nariz dejando en evidencia el parecido extraordinario a su madre.
“Toma tu desayuno Candela, se hace tarde”. Ese día le tocaba control con el pediatra del hospital. Me contó en una oportunidad de confianza que odiaba el olor del hospital y las paredes recubiertas de una pintura transparente que evitaba que la suciedad de los pequeños que corrían por los pasillos quedara impregnada. Pero había algo que si le gustaba, era justo ese instante en el que bajaban en la esquina del parque y caminaban por la vereda llena de unas raras bolitas marrones y peludas provenientes de los arboles. Las agarraba y las desarmaba, lamentándose después por el pegote de sus dedos. En una ocasión par de años después mientras caminábamos por esa misma vereda me mostró las bolitas y le dije que eran hermosas, que me resultaban exóticas y placenteras al tacto, que podíamos mezclarlas con arena para después armar bloques en el arenero del jardín y justo cuando dije eso sus ojos brillaron y no pude evitar sentirme una niña.
El día transcurría con normalidad aquel miércoles, podía verla jugando con su perro Charly y hamacándose en su sauce llorón.
Por la noche, el pueblo se cubría de un frío helado y las luces de las farolas de la calle se cubrían de una neblina que hacía que aquella cuadra quedara tan oscura que hasta el más negro de los cuervos sentía envidia de aquel color.
Me confesó que se ponía nerviosa cuando se acercaba la hora de dormir, y aquel “No te preocupes, estas soñando” le generaba rabia y ganas de tirarse en el pasto congelado del patio.
Hasta mañana mamá, hasta mañana Rey.

No sabe si aquella noche despertó debido a un grillo que se encontraba manifestándose contra el frío y no paraba de chillar o porque aquel fenómeno estaba comenzando de nuevo.
Se encontraba acostada boca arriba con los ojos abiertos y la oscuridad no le dejaba distinguir ningún mueble de la pieza. Sin embargo podía verla a ella con claridad al costado derecho de la cama, podía verse parada mirándose a sí misma acostada.
Las miradas se cruzaban unos segundos y ya no había más que decir, ella empezaba a girar sobre su eje desplazándose al centro de la habitación mientras una nebulosa entre gris y blanco con destellos brillantes la envolvía.
Se miraba desde la cama con una sonrisa de placer, dejando escapar cada tanto una carcajada ahogada en silencio para que nadie despierte.
Podía sentir la sensación de estar girando mientras su espalda estaba apoyada en el colchón.
Me confesó que no sentía miedo, y que tampoco recuerda que pasaba después, me confesó que ese jueves se levanto y la intriga la invadió nuevamente. Si la hubieran visto… tan chiquita, tan refugiada en palabras de consuelo que no terminaban de convencerla.
Hoy fui a visitarla y estaba contenta, estaba escribiendo una historia y justo antes de ponerle el punto final me miró con una sonrisa y me dijo “yo sé bien que no estaba soñando”

Aquí les dejo un post explicando este fenómeno, si alguien ha vivido una experiencia parecida cuénteme su experiencia en los comentarios

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