00Como ya os conté hace unos días, en la escuela donde estoy estudiando el Master me hablaron de una oferta de trabajo para trabajar de Community. A pesar del vértigo absurdo que me entró en ese momento decidí presentar mi CV y TACHAN TACHAN ¡me pre-seleccionaron!
Total que después de un intercambio de mails concerté una cita con la empresa. Pude vislumbrar lo que me va a tocar, lo que le toca a todas las mamas trabajadoras en definitiva, la dichosa conciliación. Ya solo conseguir quedar fue una aventura.
– El viernes.
– No que estoy de viaje, mejor el Lunes a las 11:30.
Cálculos mentales inmediatos dan la voz de alarma. Si quedo a las 11:30 probablemente no llegue a buscar a las crías al cole, vamos mal.
– ¿Podría ser a las 11?
Ahí es cuando pensé que si solo para quedar estaba siendo tanto rollo lo que iba a ser el día a día… Y lo que es peor, ¡vaya imagen estaba dando! Me temía un mail de “mira bonita, que vemos que no te interesa demasiado, no nos llames que ya te llamaremos nosotros…” ¡Pero no!
-OK
Y allí me presenté con puntualidad británica a la hora convenida, solo faltaba. Para ser sincera confesaré que llegue a tiempo de puro churro. Salí de mi casa 50 minutos antes pensando en tomar un café por la zona y hacer tiempo (la empresa en cuestión está a solo unos 10 minutos de mi casa) y poder ir sin prisas. Tardé unos 40 minutos en conseguir aparcar…
Me recibieron estupendamente, una pareja encantadora, y más que una entrevista de trabajo parecía que estábamos entre amigos tomando unas cañas en cualquier terraza (faltaban las cervezas). Esto me dio bastante tranquilidad. Supongo que las 2 valerianas que me tomé antes de ir también tuvieron algo que ver. Si, creo que van a ser las valerianas. Bueno, es lo mismo. Repasamos un poco mi CV, lo que había hecho, lo que habían hecho ellos, lo que querían… Todo de lo más relajado. Ni se fijaron en el vacío de mi curriculum de los últimos años, o si se fijaron no lo comentaron como algo importante. Buscaban experiencia, ¡toma ya!. Y les gustaba lo que había hecho, ¡toma y toma!. Les hablé de proyectos que había hecho en mis trabajos, cosas en las que no había pensado en años y ahí estaban, me salía de lo más natural. Como si llevara 5 años haciendo entrevistas en vez de cuidando niños.
Salí de la entrevista feliz. No me hablaron de dinero, de horario ni siquiera se si les gusté realmente o si al final puedo ofrecerles lo que buscan, pero eso es lo de menos. Si me cogen bien y si no también. ¡Pero ya estoy casi dentro del agua! Sigo siendo capaz, la neurona me vuelve a funcionar. Salí feliz y con la cabeza bien alta, y dos días después la sigo llevando bien alta.
Eso si, que diferente es enfrentarte a un nuevo trabajo recién licenciada y viviendo en casa de papá y mamá que hacerlo con casi40+unmarido+doshijas… Pero esa es otra historia que os cuento otro día.