En el 36 aniversario de mi nacimiento, en una fecha tan señalada como el 22F, me sumergí en una locura. Una locura que había soñado mucho tiempo atrás, que una vez dije: "ojalá yo pudiera, ojalá fuese capaz de hacer una maratón". Y, el domingo de mi cumpleaños: PUDE Y FUI CAPAZ.
Ya sabéis todos que corro siempre con el carro, acompañada de mi hija Cayetana. Con ella he hecho varias medias maratones, la carrera Carlos III en Écija...entre otras muchas. Menciono estas porque son las de largas distancias, y obviamente la maratón de Sevilla sería también con ella.
A pesar de comentarios (todos con muy buena intención y mucho cariño) de: "¿vas a poder?, es una carrera muy dura, no se parece a nada que hayas corrido antes...". Aún así, el 19 de Noviembre me inscribí en la que ha sido mi primera gran experiencia como maratoniana.
Coincidía con mi cumple, eso era una señal, tenía que correr. Iba a llegar, tenía que llegar, deseaba, soñaba...que sería maratoniana. Una sorpresa llegó en Enero, ya no caminaba sola, yo sería sólo yo, sino que ahora y por unos meses iremos dos mujeres juntas. Muy juntas. Una en la tripita y la otra cuidádola y alimentándola. Estaba embarazada.
Jimena ha llegado, y lo ha hecho con fuerza porque patea bien en las ecografías. Será una campeona como su hermana, y porque con apenas algunas semanas de vida creo que ella y su hermana han sido las maratonianas más jóvenes en cruzar la meta de Sevilla...
El objetivo de cruzar la meta en 4:15 pasó a 4:30, a sub 5:00 y ya después...simplemente a cruzar la meta. Paulatinamente en los entrenamientos mi cuerpo ha ido bajando el ritmo, pero de manera inconsciente. O quizás he de decir que, de una manera en la que la madre naturaleza (que es sabia), ha ido actuando conscientemente y mi cuerpo respondía a sus órdenes.
Mis compañeros, mis amigas, mis familiares y todas esas personas que me aprecian y me quieren sólo sabían decirme lo mismo: "no arriesgues, hay muchas maratones y muchos años..." Y ya estaba convencida de que si tenía que pararme, lo haría. Que debía controlar muy bien la respiración para que Jimena no se quedase sin aire. Y llegado el punto, si era necesario...me retiraría.
Bien es cierto que esta última opción me daba pánico, y aunque la contemplaba como posibilidad, no quería ni imaginármelo. Me exijo mucho a mi misma y el fracaso es algo que no concibo. Soy exigente, soy guerrera.
Una persona a la que quiero muchísimo, me dijo unos días previos al evento: "pero tú ¿te dedicas a esto? ¿no, verdad? pues disfruta de lo que te gusta y olvídate de lo demás". Realmente me abrió los ojos. ¡Eso es!. Yo no me dedico a esto. Voy a correr, voy a sentir la ciudad, a dejar que tantos entrenamientos den resultados. Voy a vivir la maratón. Mi primera maratón.
Me levanté la primera en la casa, eran las 6 de la mañana. Me preparé el desayuno y me senté sola, tranquila (o eso creía yo) a desayunar un par de tostadas y mi café mientras leía las últimas noticias sobre los 42195m de mi ciudad con el soniquete de las noticias en la tele puesta.
Empiezan los mensajes por whatsapp, los nervios, vestir a la niña, preparar sus bibis para el camino, los pañales por si tenía que parar y cambiarla, los chupes...todo listo en su carro y empezar a vestirme yo (lo había dejado todo preparado la noche anterior).
Sin darme cuenta, ya estaba de camino al estadio de la Cartuja de Sevilla. Acceso cortado, más nervios...¿y ahora como llegamos?. Dar la vuelta en Camas y volver. Uff, ya si, por fin aparcamos y estamos en el hotel. Ya he llegado hasta aquí. Ya sólo me queda vivirlo.
Todo un ambientazo de atletas, de acompañantes, se escuchan todo tipo de acentos, idiomas y dialectos diferentes. Hay gente de todos los rincones de España y el mundo. 11.500 personas inscritas, 11.500 sueños diferentes, todos encaminándose hacia la salida en avenida Carlos III.
Estamos en la salida. Muchísimos atletas. Un último abrazo. Un último beso. Las últimas recomendaciones de todos los que se quedan fuera: "no arriesgues por favor, Paz ten cuidado...". El móvil empieza a echar humo de felicitaciones por el cumple y de ánimos antes de empezar, no lo mire....Un último selfie con el club "Casillegamos CD", todos corremos nuestra primera maratón, todos estamos nerviosos.
Al fondo se escucha el pistoletazo de salida. Imposible arrancar con tantísima gente. Poco a poco empezamos a visualizar el arco de salida, ya estamos aquí, esto empieza ahora. Es nuestro momento. Estoy haciendo historia en mi vida.
Los primeros kilómetros nos los bebemos. La gente aplaude. Triana está a reventar. Mujeres que animan aún en pijama desde las ventanas de sus casas. Aplausos y exclamaciones de sorpresa a mi paso con el carro. Sevilla está volcada con su maratón y se siente.
El corazón se me va a salir de la emoción. Desde Plaza de Cuba se visualiza la Giralda, la Torre del Oro, los arbotantes y los pináculos de La Catedral. Nunca los aprecié tan hermosos como en ese preciso instante. Sevilla se bebe el sol. Sevilla se abre paso con su belleza. Sevilla. Mi Sevilla, hoy te voy a conquistar.
Nuestra capitana guerrera está medio de pie en su moto, cámara en mano, inmortalizándolo todo. Un grupo de alemanes con sus bandera se encuentran a mitad del puente de San Telmo. Jalean sin respirar, me aplauden y a Cayetana también. Ella saluda con su mano y aplaude a la vez. Mi hija disfruta muchísimo de las carreras.
A los pies de la Torre del Oro, un grupo de música nos alienta a seguir sin apenas darme cuenta que justo al lado están mis compañeras guerreras: saltando, chillando mi nombre y el de Cayetana, empujándome con sus gritos a llegar. Fabulosas mis guerreras.
De pronto hay un japonés en el suelo tirado haciendo fotos. Se convierte en la guasa de la carrera. Llegamos a plaza de armas, ya casi en el kilómetro 8 y apenas lo notamos. Hago una leve parada para buscar los gusanitos en la parte baja del carro y proseguimos.
Mi barriga, aunque se nota estéticamente, no me crea molestias. Salvo mi ritmo algo por debajo del que suelo ir, está todo bien controlado. Kilómetro 10. Mentalmente el primer tramo está hecho, ahora sólo quedan 3 más.
Avituallamiento magnífico, colas en los servicios habilitados para los atletas. Bebo un poquito de isotónica y seguimos nuestro camino. Hasta el momento todo marcha muy bien. Me estoy hidratando. La respiración está muy controlada y voy a disfrutar al máximo de todo el ambiente.
Kilómetro 12. Me encuentro a las niñas del club con sus madres, a todas las que aguantan en la sombra los nervios de nuestra maratón. Nos hacen fotos, nos animan, me felicitan por el cumple...como se agradecen tantos ánimos.
Estamos viendo ya de lejos la muralla de la macarena. Mucha gente en las terrazas que me saludan y me ayudan con sus gritos ¡que grande es esta ciudad, que grande su gente y que pequeña soy yo!.
En la Ronda me llevo la sorpresa de cruzarme con una compañera del cole. Que ilusión más enorme cuando la ví. Que alegría Mª Ángeles. Enfilando estamos ya en Luis Montoto y la Avenida de Kansas City. Ya se aproxima la media maratón y de Speaker Javier Cabrera, que nos empuja con sus palabras. Al leer mi nombre en el culote: "Paz ¿hay algo mejor que eso, casi na es lo que llevas".
Me reí porque pensé que lo habría confundido con una revindicación pacifista y no lo interpretó como no nombre. 2 horas y 9 minutos creo recordar, esto está hecho me repetía una y otra vez. Ya lo siento en mis manos. Ahora mentalmente, es como si empezara a correr una media maratón.
Mi compañero de fatiga me pregunta cada cinco/diez minutos que cómo voy, si quiero comer o beber. No deja de cuidarnos. El bebé va perfecto, la barriga no incordia, la respiración está controlada y Cayetana sigue saludando despierta.
Hay un repecho, una leve pero larga subida casi llegando al CC Los Arcos. Empiezo a notar una molestia en el tensor de la pierna izquierda pero eso no me iba a impedir llegar a meta. Sigo respirando muy bien y no me encuentro cansada.
Paco sigue muy pendiente de nosotras tres. En el avituallamiento del 22,5 (para beber tengo que hacer una pausa, porque me es imposible hacer tantas cosas a la vez) al arrancar noto que me pinchan el muslo izquierdo y las dos rodillas, pero hay que seguir.
Casi llegando a la Avenida de la Paz nos encontramos con otro compañero: David, el cuál no se encontraba bien y ya había aminorado el paso. Ahora vamos tres adultos, un bebé de dos años y un bebé en la barriga. Todos juntos y apoyándonos para no desfallecer.
Paco es el que mejor va de los adultos, aunque realmente quien mejor está es Cayetana y Jimena. La primera de estas se está empezando a quedar dormida, justo ahora que estamos cruzando la Gran Plaza. Mis piernas, y concretamente mi tensor izquierdo empiezan a ser algo más que una molestia y voy cojeando. Será el km27 y decido ir algo más lenta a ritmo de David. Paco empieza a apretar, él está perfectamente.
Pasamos por la bombonera de Nervión y por fin en una ambulancia algo de réflex. No noto mejoría, ni en el muslo ni en las rodillas. Vamos intercalando tramos de carrera continua y tramos de marcha andando. Lo peor de todo es el suplicio de arrancar a correr tras un trozo andando. Es horrible, no quiero retirarme.
Pensé que me faltaría el aliento, que estaría muy cansada, que no tendría aire y que eso me haría ir más despacio, pero nunca imaginé que un tirón en el muslo pudiera aparecer con más de la mitad de la carrera hecha.
Kilómetro 30, llevamos 3 horas y pico corriendo pero ya las piernas no responden. Sólo quedan 10, sólo quedan 10, es lo que me repito una y otra vez. La barriga sigue intacta. Estoy hidratada y he tomado varios geles para reponer el azúcar en las piernas por si, como de un milagro se tratar, respondía y eran capaces de empezar a correr como a las 9 de la mañana. Pero no hay forma.
Los voluntarios son fabulosos. Recuerdo con cariño a un chico, casi llegando al parque de María Luisa diciéndome "campeona, un poquito más adelante tienes Aquarius y una mijita más adelante, las puertas del olímpico esperándote, abiertas de par en par...". Un millón de gracias para todos los que desinteresadamente, habéis participado de voluntarios.
Cruzar el parque para nosotros, que estábamos ya descolgados y en el tramo final de la carrera, no fue muy agradable. La gente se nos cruzaba, ya andaban despistados y desubicados. No sabían muy bien de donde seguían saliendo los corredores.
Al llegar a Puerta de Jerez empieza a cantarme cumpleaños feliz mi amigo Jose Antonio Rico de "Sevilla Corre". Que nueva sorpresa, que felicidad. Junto a él, como no, más guerreras chillando. No puedo más con mis piernas pero voy a llegar a meta SÍ O SÍ.
En la Avenida de la Constitución tras unos cuantos gritos pidiendo paso, los viandantes se apartan por fin y corremos sin sortear a los turistas y a los sevillanos que se encuentran paseando. Un coche de policía se nos sitúa por detrás (pero no somos el final de la maratón).
Nos abre hueco y casi cuando estámos llegando a Plaza Nueva, se nos incorpora mi marido Antonio (cámara en el cuello) y Bea (mochila a la espalda y bolso en bandolera) para correr los últimos 5 kilómetros con nosotros. Que campeones los dos.
Antonio me dice: "sigue cariño, ya lo tienes, estoy muy orgulloso de ti". Casi me pongo a llorar ahí mismo. Mis piernas no obedecen a lo que les dicta mi cerebro. Me duele el pinchazo en el muslo y las rodillas.
Me cruzo con amigas que casi no me da tiempo a saludar. Ya estoy en la calle Tetuán. Ya sí que está terminando todo. Lo voy a conseguir, cruzo la campana y llego a la calle Amor de Dios. Empiezo a recordar que Carla me dijo que me esperaba para animarme en el km39.
Casi a la mitad de la Alameda y de pronto, sin darme cuenta, aparece Tati y Thais para correr también con nosotras tres. Muchas gracias chicas, de corazón, por todo ese apoyo incondicional, por no dejarme parar, por tirar de mí y por hacerme llegar. Somos Guerreras.
Y de pronto, a lo lejos, aparece el majestuoso, el codiciado y deseado estadio. Ya estoy aquí, he llegado. Me despido de Tati y de Bea en el túnel (a Thais la despedía tras cruzar la Barqueta). Antonio se había quedado atrás con David y empiezo a bajar la cuesta.
No me lo puedo creer. He llegado, lo he conseguido. Nunca imaginé algo así y realmente la noticia de la llegada de Jimena siempre ha rondado la nube del abandono...A penas 300 metros y ya no puedo más. Empiezan a brotar las lágrimas. Me acabo de convertir en maratoniana y junto a mí...mis dos hijas. ¡Sí, Sí Síiii! !SOMOS MARATONIANAS!
A 100 metros del arco final, todos los componentes de mi club en las gradas. Animando, saludando y en el arco los dos speakers: Juan Garrido y mi amigo/paisano de Utrera, Alfonso Ruiz Mateos, que igualmente me felicita por mi cumpleaños, por la carrera y por el carro. Todo a la vez.
No puedo más, he terminado. No ha sido en el tiempo que pensaba, mucho antes de que tú existieras Jimena, hija mía. Pero hemos terminado y, sin haber nacido, ya eres maratoniana en Sevilla cariño mío. Te quiero desde que escuché tu corazoncito por primera vez. Late fuerte, no me cabe la menor duda de que serás una guerrera campeona como tu hermana y tu papi...y un poquito también como tu mami. Eres tan pequeñita, y ya te has hecho tus primeros 42 kilómetros ayudando a tu mamá.
Tras cruzar nos dan nuestra medalla y es J. Manuel Sánchez el que nos hay entrega de ella. Hay una para mi, una para Cayetana y una para Jimena. ¿Se puede pedir más?
Estoy esperando a que llegue David. Ya le veo desde lejos y tras convertirse él también en maratoniano, un gran abrazo. Nos felicitamos y empezamos a bajar por el túnel. Me bromea y me dice: "¿qué te pasa Paz? Pareces Chiquito andando". Y es verdad, toda la tarde del domingo tras ese momento, fui una mutación entre Chiquito de la Calzada y RoboCop.
En el túnel escucho el móvil. Una amadísima amiga que tras descolgar me entona el cumpleaños feliz. Yo, entre satisfecha, coja, feliz, cansada y aún emocionada, no puedo parar de reír. Mil gracias amor...Recogemos el avituallamiento el cuál ni miré. No tengo hambre. Sólo pienso en ver a mi familiar, en descansar y en recibir el apoyo de los míos.
Gracias a todas las personas que sin conocerme, me han animado. Gracias a mis guerreras por su apoyo, sus gritos y sus kilómetros. Gracias a mi club y a mis compañeros/as por estar tan pendientes de mi y de las niñas, por cuidarme y no abandonarme nunca.
Gracias a mi familia, mis padres, mis cuñados, mi hermana, mi prima del alma, por estar pendientes, por dejar de preguntar y porque me convertí en su preocupación aunque no me lo dijeran.
Gracias a todos los que sí conozco, con los que me he cruzado a lo largo de la carrera, a lo largo de los entrenamientos. A los fotógrafos, a los speakers, a los voluntarios, a todos en general. He sentido vuestro aprecio y vuestro cariño. Porque se nota mucho cuando alguien mira por ti.
Gracias también a quienes desde el cielo velan por mi...os echo tanto de menos. Y en último lugar, gracias Antonio. Podría enumerar muchas cosas, pero para resumir: por los entrenos a deshoras, por las carreras en mil sitios distintos, por entender que el deporte es parte fundamental de mi vida y formar parte de ella. Gracias...
¡CAYETANA, JIMENA Y ÉSTA QUE SUSCRIBE, YA SOMOS MARATONIANAS!