Revista Opinión

Mi primera novela. Capítulo 2: Me estoy volviendo loca. (Contribución DBPF)

Publicado el 14 noviembre 2019 por Carlosgu82

Me replicaba a mí misma por no haberle hablado en el banco, más que todo, por haberle hablado el mal tono, no podía creer que los nervios me hayan traicionado de tal manera.

-Estúpidos nervios. Me decía

Caminando a casa, me giraba, estaba muy pendiente de ver si iba detrás de mí, si vivía cerca del banco como yo.

-¿Qué tal si estaba de paso? ¿Si no vivía aquí? ¿Si era mi única oportunidad? Pensaba una y otra vez

Al llegar a casa me sumergí en mi rutina de todos los días, mis quehaceres diarios y revisar mis redes sociales, pero, a pesar de compartir con mi hijo y mi abuela, estar en las redes sociales y mantenerme ocupada, esa chica no salía de mi cabeza, podía jugar a imaginar su nombre, pero no era suficiente. Quería saber de ella, volverla a ver.

Para desahogarme, tomé mi cuaderno, mi lapicero y comencé a escribir sobre ella, sólo las páginas no podían juzgarme, ella era la chica más linda que vi jamás, la chica sin nombre del banco que me cautivó

-Mañana iré nuevamente al banco. Me dije tratando de animarme

Entre mis escrituras y mis rutinas, pasó la noche hasta que decidí acostarme a dormir con mi hijo, pasaron las horas y daba vueltas en mi cama, no podía dejar de pensar en ella, en qué podría estar haciendo, si ya había cenado, si es de las personas que se duerme tarde o temprano. Me sumergí en mis pensamientos hasta que el sueño me venció, incluso en sueños, revivía ese momento en el banco una y otra vez hasta que desperté, de pronto ya era de mañana.

-Diana. Escuché que me llamaron desde la ventana

-Dime abuela. Respondí

-Es hora de levantarse. Me dijo

-Enseguida bajo. Fue mi respuesta.

Me levanté, fui al baño y me miré al espejo

-¿Y si no le gusto cuando me vuelva a ver? Me pregunté mientras lavaba mis dientes

Yo no tenía mucho que ofrecerle, soy una chica alta, de piel morena, de cabello negro, me afeito con regularidad, así que tengo el cabello como un chico. Me gusta vestirme con ropa holgada, regularmente oscura, tengo dos tatuajes, uno con el nombre de mi hijo y el otro dedicado a una de mis pasiones como músico, una clave de Sol en conjunto con una clave de Fa.

Bajé y estuve con mi abuela, viendo la televisión, buscando recetas caseras de comidas o medicinas para variar las comidas de mi hijo, tenía deseos de hablarle a mi abuela sobre esa chica, quería platicarle de cómo me sentía y que en su experiencia de vida me diera algún tipo de consejo para continuar mi día a día sin estar atormentándome por cómo le había tratado en el banco, así pasó mi mañana.

A la misma hora, comencé a alistarme y fui nuevamente al banco, esta vez en vez de pensar en mi mala suerte en el amor, estaba ella en mis pensamientos, me preguntaba qué estaba haciendo y si también iría al banco como yo, estaba nerviosa y a la vez emocionada, preparando mi discurso y mi disculpa en caso de que la viera, iba arreglando mi cabello, me sentía como un desastre, pero iba a dar lo mejor de mí esta vez.

Al llegar al banco me di cuenta de que ella no estaba allí, esperé hasta que el banco cerró y nunca apareció, me sentía triste, derrotada, desanimada

-No la voy a volver a ver por mi cobardía. Me dije con tristeza. Y lo merezco, desearía poder disculparme con ella.

Fui a mi casa a penas con ganas de caminar, entre mi tristeza al llegar, realicé todos mis quehaceres mientras ella daba vueltas en mi mente, en que podría estar haciendo, llegué a pensar que esto parecía una obsesión, me daba miedo su posible rechazo, pero me desanimaba al imaginar que no volvería a verla.

Así pasaron los días, entre las conversaciones con mi abuela, los juegos de mi hijo, mis escrituras, noches de insomnio, grandes taza de café, la chica del banco cuyo nombre desconocía en mi mente, mi tristeza y mis reproches por portarme como lo hice.

Un domingo, en la mañana, luego de mis labores de jardinería, decidí ver videos en mis redes sociales para distraerme un poco, al entrar en mi Facebook, me di cuenta de que tenía un mensaje privado.

-Vaya, quién iba a pensar que nos teníamos agregadas por acá, que pequeño es el mundo.

Mi corazón dio un vuelco cuando vi su perfil y me di cuenta que era ella, la chica del banco sin nombre que había estado invadiendo mi mente todos estos días, una gran sonrisa iluminó mi rostro.

-Así que te llamas Laura. Me dije.


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